A veces, extender la misericordia requiere práctica. Por nuestra cuenta, dar misericordia es imposible de hacer. Lo bueno es que no tenemos que hacerlo solos
Nuestro Dios es un Padre amoroso y misericordioso. No hay ofensa demasiado grande para que Jesús la cubra. En su rica misericordia, Él siempre nos abrazará y nos alejará del acusador que busca el castigo.
La misericordia no depende de nuestra bondad o falta de ella. La Biblia dice que todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23).