Debemos amar a nuestro prójimo incluso cuando sea hostil y cometa actos malvados contra nosotros. Además, el amor a los enemigos no se limita a sentimientos de benevolencia, sino que debe manifestarse en actos de bondad. Los seguidores de Cristo deben ejemplificar el amor radical de Jesús en todos los niveles de interacción. El modelo de esta difícil actividad se ve en nada menos que Jesús mismo.