Oídos sensibles

Dan Lovaglia, pastor del campamento, Camp Paradise | 10 de septiembre de 2025

Mis queridos hermanos, tengan presente esto: todos deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse, porque la ira humana no produce la justicia que Dios desea.
Santiago 1:19-20


Mi audición ya no es la misma que antes. A veces me pierdo lo que alguien dice porque el ruido de fondo interfiere. Pero la mayoría de las veces, oigo mal o malinterpreto porque estoy pensando en algo que está lejos de la persona que tengo delante. Cuando me concentro en mis intereses, mi agenda y mi perspectiva, es imposible tener oídos sensibles para captar la esencia de lo que alguien dice.

Jesús solía decir verdades duras a quienes tenían dificultades auditivas. Después de compartir algo difícil de entender o recibir, concluía con: «El que tenga oídos, que oiga» (Mateo 11:15; Marcos 4:9, 23). Muchos de los que estaban cerca se resistieron; algunos se volvieron más receptivos a la verdad de Dios. Esta es la esencia de Santiago 1:19-20, ya que establece la importancia de estar abiertos a la Palabra de Dios en Santiago 1:22-25. Quienes siguen a Jesús lo honran viviendo lo que enseña la Biblia. Pero si no podemos escuchar con atención, buscar comprender y responder adecuadamente a las personas, ¿cómo podremos hacerlo con Dios?

Cuando leo "Sé pronto para escuchar, tardo para hablar y tardo para enojarte", recuerdo lo importante que es para mí ajustar continuamente la sensibilidad de mi oído. Necesito hacer esto a diario con Dios y con las personas que Él pone en mi camino. Es la mejor manera de escuchar lo que se dice y se pretende sin sacar conclusiones precipitadas ni reaccionar con enojo. Si tienes oídos para oír, estoy seguro de que estás de acuerdo conmigo.

Hoy, comprometámonos a ser mejores amigos de Dios y de los demás, escuchando con atención. En lugar de hablar primero, espera. En lugar de responder con una afirmación, haz una pregunta. En lugar de contraatacar, responde con amor, con una mente abierta y un corazón tierno. La verdad de Dios saldrá a la luz y perdurará. Solo necesitamos oídos sensibles para escuchar lo que Él y quienes nos rodean dicen.

Próximos pasos

¿A quién has dejado de escuchar últimamente? ¿Te centraste en tus propios pensamientos o los silenciaste en una conversación? Considera disculparte con esa persona hoy. Hazle saber que quieres ser un mejor oyente y amigo de ahora en adelante.