El deber de toda la humanidad
Anokina Shahbaz, escritora voluntaria, Huntley | 2 de mayo de 2025

"El temor del Señor es el principio del conocimiento, pero los necios desprecian la sabiduría y la instrucción."
Proverbios 1:7
"Ahora todo ha sido oído; he aquí la conclusión del asunto: Temed a Dios y guardad sus mandamientos, porque éste es el deber de toda la humanidad."
Eclesiastés 12:13
¿Por qué se le conoce más? Si sus seres queridos tuvieran que describirle en una palabra, ¿cuál sería? Para el rey Salomón, que escribió este proverbio, una palabra que sin duda le viene a la mente es "sabiduría". En 1 Reyes 3:9, pide a Dios un corazón perspicaz para gobernar al pueblo de Dios y distinguir entre el bien y el mal. El versículo siguiente nos dice que Dios se alegró de que Salomón pidiera esto, y le respondió: "Haré lo que me has pedido. Te daré un corazón sabio y con discernimiento, de modo que nunca ha habido nadie como tú, ni lo habrá jamás" (3:12).
Pero esa sabiduría se quedó por el camino cuando Salomón ignoró el mandato de Dios de no casarse con esposas extranjeras, que acabaron por llevarlo a la idolatría. ¿De qué sirve el "temor del Señor" si no lo ponemos en práctica en nuestra vida cotidiana y en nuestras decisiones? Hay tantas cosas que pueden interferir con nuestro respeto reverente a Dios y a Sus mandamientos. Como demostró Salomón, una de ellas es el deseo de encajar haciendo las cosas según las "reglas" sociales. Precisamente por eso necesitamos corazones con discernimiento .
Fuimos diseñados para necesitar sabiduría e instrucción. Abandonados a nuestra suerte, caemos fácilmente en el pecado, idolatrando nuestros propios deseos egoístas. Nos convertimos en "necios" persiguiendo siempre una felicidad ilusoria, empapada del mundo, que siempre necesita ser rellenada. Pero adquirir sabiduría no es suficiente; debemos aplicarla a nuestro caminar con Dios. Cuando Salomón ejerció seriamente su sabiduría en su papel de rey, el pueblo de Israel le temió por administrar justicia (3:28). No tememos a Dios para ganarnos la aprobación de los hombres; le tememos para hacer lo que es justo a sus ojos.
A Dios le agrada cuando pedimos lo que beneficiará nuestro crecimiento espiritual en lugar de nuestro estatus social. Empecemos pidiendo un corazón sabio y perspicaz, anclado en el amor de Dios. Cuando el "temor del Señor" se convierte en la base firme desde la que operamos, estamos equipados para tomar decisiones sabias que nos lleven a una vida más fructífera. De esta manera, esperamos llegar a un lugar en el que lo que más se nos conozca sea cómo nos las arreglamos para ser buenos y fieles siervos.
Próximos pasos
- Reflexiona sobre qué área de tu vida necesitas buscar la instrucción de Dios y aplicar Su sabiduría.
- ¿Qué significa para ti el "temor del Señor" y cómo se manifiesta en tu vida cotidiana?