Comprueba tus matemáticas

Dan Lovaglia, Pastor del Campamento Paradise | 5 de mayo de 2025

Recuerda esto: El que siembra escasamente, también cosechará escasamente; y el que siembra generosamente, también cosechará generosamente. Cada uno de vosotros debe dar lo que ha decidido en su corazón dar, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre. Y Dios puede bendeciros abundantemente, para que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo necesario, abundéis en toda buena obra.
2 Corintios 9:6-8


Bien o mal, he sido entrenado para ver ecuaciones matemáticas en la Biblia. No digo que este sea el mejor método para leer la Palabra de Dios, pero así es como mi cerebro procesa y mi corazón responde. Leo un pasaje, y si hay un indicio de una promesa, tiendo a convertirlo en una fórmula para sentirme bien. Quizá tú también lo hagas. El problema con esta táctica interpretativa es que a veces la llevo demasiado lejos. Espiritualmente hablando, necesito revisar mis matemáticas. ¿Tienes tiempo para un cuento rápido antes de que te lo explique?

Hace poco hice un viaje por carretera con mi hijo. Mientras explorábamos una ciudad histórica, nos encontramos con varias personas necesitadas en la calle. Yo no tenía mucho dinero, pero decidí no ser tan escéptica o tacaña como suelo ser. La primera mujer que encontramos estaba radiante, y no pude evitar darle una limosna tras una breve charla. Poco después, nos topamos con un veterano de buen corazón. Recé con él antes de entregarle lo poco que me quedaba. Durante el resto del día, no dejé de pensar en la generosidad de Dios conmigo y con todos los demás.

A diferencia de otros días, dar con alegría fue algo natural esa mañana. Con demasiada frecuencia, a mi corazón le cuesta dar sin esperar una retribución espiritual. A veces sigo "la fórmula" que quiero que enseñe la Biblia: sembrar generosamente para ser bendecido abundantemente. Y así, motivado por el interés propio, finalmente abro mi billetera o libero mi calendario. Entonces, cuando mis cuentas no cuadran, me frustro con Dios.

Volvamos a 2 Corintios 9:6-8. Una lectura común dice así: "Dar con generosidad y alegría = abundancia garantizada". En otras palabras, si siembro lo que tengo con las manos abiertas y la conciencia tranquila, Dios me dará más a cambio. Pero esta fórmula matemática no está en el pasaje. Es un desafío para vivir: dar generosa y alegremente... y punto. Al hacerlo, recordarás lo que es universalmente cierto: Dios puede y te bendecirá más allá de toda medida para equiparte en el camino.

Espiritualmente hablando, revisemos nuestras matemáticas hoy. Intentemos dar con generosidad y alegría, sin esperar recompensa, sino recordando lo tremendamente generoso que es Dios con todos nosotros.

Próximos pasos

¿Qué te impide dar con generosidad o alegría? Ya sea que sientas que tienes mucho o poco que ofrecer, haz un inventario de tus motivos y bendice a alguien hoy porque Dios ha sido tan bueno contigo.