Conversaciones difíciles
Kristyn Berry, escritora voluntaria, Crystal Lake | 26 de marzo de 2025

Samuel se acostó hasta la mañana y luego abrió las puertas de la casa del Señor. Tenía miedo de contarle a Elí la visión, pero Elí lo llamó y le dijo: «Samuel, hijo mío».
Samuel respondió: «Aquí estoy».
¿Qué te dijo? —preguntó Elí—. No me lo ocultes. Que Dios te castigue con la mayor severidad si me ocultas algo de lo que te dijo. Samuel le contó todo, sin ocultarle nada. Entonces Elí dijo: «Él es el Señor; que haga lo que le parezca bien».
1 Samuel 3:15-18
Es innegable que tener una conversación difícil es difícil. Poco después de que se levantaran las restricciones y la vida volviera a la normalidad pos-COVID, mi empresa adoptó la iniciativa de volver al trabajo. Para mi sorpresa, esto también incluyó a mi equipo, un grupo que siempre había trabajado a distancia. Como líder, tuve la difícil tarea de informar a mi equipo que ya no podríamos trabajar desde casa y que pronto tendríamos que hacerlo desde la oficina.
Sentí el peso de compartir esta noticia y cómo impactaría la vida cotidiana de cada miembro de mi equipo de diferentes maneras. Y como mi equipo siempre había trabajado a distancia, preveía que la noticia no sería bien recibida. Repasé mentalmente las conversaciones, preparándome para la resistencia, la decepción y la frustración. Ensayé todas las posibles respuestas e intenté recordarme que ninguna preocupación ni preparación facilitaría la transmisión del mensaje. No quería compartirlo porque sabía que no querrían oírlo. Pero la verdad seguía siendo cierta: era un cambio significativo, pero necesario.
Cuando llegó el momento de compartir la noticia, me encontré con cierta emoción, pero también con cierta resistencia. Al escuchar sus comentarios, me di cuenta del gran regalo que fue tener esta conversación transparente. Su disposición a compartir sus frustraciones me permitió comprender mejor los desafíos que enfrentaban, lo que nos permitió trabajar juntos para encontrar soluciones. Si hubieran permanecido en silencio, no habría sabido cómo apoyarlos en el cambio.
La obediencia no siempre es fácil, especialmente cuando Dios nos pide que afrontemos situaciones incómodas. Samuel tenía miedo de compartir lo que Dios le había revelado, pero eligió la obediencia en lugar del miedo. Las conversaciones difíciles a menudo nos exigen hablar con sinceridad, incluso cuando sabemos que el resultado podría no ser el que otros quieren oír. Sin embargo, en esos momentos, Dios nos invita a entablar relaciones más profundas basadas en la confianza, la honestidad y la transparencia.
Al igual que Samuel, podríamos sentir miedo o vacilación. Pero este versículo nos recuerda que escuchar la voz de Dios requiere más que solo escuchar: nos llama a responder con valentía.
Próximos pasos
¿Qué te pide Dios que hagas hoy? ¿Hay una conversación difícil, una decisión audaz o un acto de fe que Él ha puesto en tu corazón?
Incluso cuando el miedo persiste, confía en que Dios capacita a quienes llama. Él no solo habla, sino que nos acompaña en cada paso de la obediencia.