Imperdible
Verónica Burlock, Pastora de Adoración, Wheaton | 23 de diciembre de 2024

Porque mi padre y mi madre me abandonaron, pero el Señor me recogerá.
Salmo 27:10
Crecí en un hogar monoparental con mis nueve hermanos, y creía que desearle a mi madre un "Feliz Día del Padre" y saltarme los bailes entre padres e hijas era normal. No fue hasta los primeros años de mi adolescencia que empecé a darme cuenta de que muchos niños de mi edad no vivían así. Con esta comprensión, surgieron preguntas. Empecé a preguntarme quién me iba a enseñar a conducir o a cambiar una llanta. Recuerdo que en la secundaria, sentado con mis amigos, escuchaba sus historias sobre lo molestos que eran sus padres (en plural). Lo vergonzoso que era su papá, y recuerdo pensar: "Me pregunto cómo será eso".
Recuerdo estar enojada con Dios y decirle que algunos niños quizá no quisieran a sus papás, pero yo definitivamente necesitaba el mío. Para cuando estaba en la preparatoria, no solo estaba frustrada y enojada, sino que también luchaba contra la depresión. Fue precisamente ahí donde Dios me encontró: a los 17 años, frustrada, enojada y deprimida en mi habitación leyendo su palabra. Sentí que me decía: «Puede que no tengas un padre terrenal, pero YO SOY tu Padre Celestial». Me conmovió profundamente. No lo entendía del todo, pero cambió mi perspectiva por completo. Dios, tan bondadosamente, me dio una perspectiva espiritual de mi realidad terrenal.
Aunque mi situación no cambió, mi actitud sí. Profundicé en las Escrituras y aprendí quién era Dios. Dios es mi proveedor (Génesis 22:14) y mi ayuda (Salmo 54:4). Él está cerca (Jeremías 23:23) y es mi fortaleza (Salmo 28:7). A Él tuve acceso desde el momento en que declaré a Jesucristo como mi Salvador. A medida que fui creciendo y comencé a experimentar a Dios por mí mismo, Él me ha dado la seguridad que da tener un Padre Celestial.
Puede que nunca me haya sentado en el sofá a charlar con mi papá, pero mi Padre Celestial me ha abrazado innumerables veces. Cada vez que acudo a Él con mis preguntas e inquietudes y le pido que me muestre qué hacer, Él responde. Quizás hayas tenido una experiencia similar y frases como "Dios Padre" o "Padre Celestial" no te digan nada. Lo entiendo. Pero no dejes que eso te impida buscarlo. Ahora entiendo que soy hija del Dios Altísimo. Eso es lo que soy, a eso pertenezco, y estoy agradecida de tener un Padre tan bueno. ¡Tú también tienes un Padre tan bueno!
Próximos pasos
Cuando oyes que Dios es llamado Padre Eterno, ¿qué te viene a la mente? Lleva tus pensamientos y sentimientos a Él, sean agradables o no, y pídele que te guíe a la verdad sobre su papel en tu vida.