¿Estoy tomando en serio el amor de Dios?

Dan Lovaglia, pastor del campamento, Camp Paradise | 15 de noviembre de 2024

Regocijaos con los que se alegran; llorad con los que lloran.
Romanos 12:15

Si un miembro padece, todos los miembros sufren con él; y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan.
1 Corintios 12:26


Hace poco salí a cenar con una pareja que no conozco muy bien. Nos reunimos, nos sentamos e intercambiamos algunas palabras amables antes de que llegara la comida. Hablamos de muchos temas y conectamos a muchos niveles. Luego, sin previo aviso, la conversación se adentró en el tema. Pasamos de temas importantes a problemas profundos del corazón. Revelaron una gran cantidad de desafíos personales y áreas de desánimo en esta etapa de la vida y en su comunidad. Honestamente, fue difícil escucharlos, y no sabía qué decir. Además, estaba cansada de un largo día y no tenía ganas de una sesión de terapia improvisada. En lugar de desconectarme mentalmente o pedir la cuenta, escuché, hice preguntas amables y oré por la empatía y la sabiduría de Dios en ese momento.

Mientras conducía a casa esa noche, me di cuenta de que esta situación me tomó por sorpresa. No me sorprendieron sus circunstancias ni su vulnerabilidad, ya que yo había enfrentado problemas similares. Me preocupaba que esta fuera la tercera vez en tres días que un recién conocido se sentía lo suficientemente seguro conmigo como para llorar mientras me contagiaba su dolor. Y, francamente, no estaba segura de querer tomar en serio el amor de Dios, estar presente y servir a desconocidos que sufrían. ¿ Estoy tan preocupada por mí misma, mis planes, mis necesidades, mis desafíos y mi consuelo como para reconocer que Dios realmente ama a todas las personas?

Romanos 12 es radicalmente práctico para vivir piadosamente y amar en comunidad. Por diseño de Dios, la humanidad (y la iglesia), todos estamos interconectados. Pero amar a todos puede resultar abrumador. La simplicidad de Romanos 12:15 y 1 Corintios 12:26 recalibra mi corazón con regularidad: regocijarse y llorar con la gente. Encuéntralos donde están y colabora con el Espíritu Santo para discernir cómo intervenir. Si yo necesito este recordatorio, apuesto a que tú también: regocijarse y llorar con alguien tiene poco que ver con arreglar las cosas y mucho que ver con amar.

Porque de tal manera ama Dios a todas las personas. No interviene milagrosamente en todas las circunstancias, pero eso no cambia cómo siente y actúa con cada persona. Nos pide lo mismo a ti y a mí. El amor es un asunto serio, y si seguimos a Jesús, debemos preguntarnos con frecuencia: "¿Tomo en serio el amor de Dios?".

Próximos pasos

Prepárate para ser interrumpido (posiblemente sorprendido) este fin de semana. Pídele a Dios que prepare tu corazón para alegrarte o llorar con un desconocido y decide de antemano amarlo como te guíe el Espíritu Santo.