En un mundo lleno de negatividad, recordamos que hay esperanza en el poder de la resurrección. 1 Pedro 4:8 nos llama a amar profunda y radicalmente, pues el amor tiene el poder de sanar, unir y derribar muros, tal como Jesús nos ama. Al amarnos unos a otros, podemos marcar una verdadera diferencia y mostrarle al mundo lo que significa ser sus discípulos.