Rahab no necesitaba todas las respuestas; simplemente le dijo sí a Dios, y su fe audaz lo cambió todo. Al igual que Rahab, no necesitamos ver el panorama completo para decir sí; simplemente tenemos que confiar en Aquel que nos llama. ¡Dios puede convertir nuestra obediencia en algo mucho mayor de lo que jamás pudiéramos imaginar!