Quedarse o irse
Mary Olsen, escritora voluntaria, South Barrington | 24 de diciembre de 2025

Espero y anhelo no ser avergonzado en nada, sino tener la valentía suficiente para que ahora, como siempre, Cristo sea exaltado en mi cuerpo, ya sea por vida o por muerte. Porque para mí, vivir es Cristo y morir es ganancia. Si he de seguir viviendo en el cuerpo, esto significará para mí una labor fructífera. Pero ¿qué escogeré? ¡No lo sé! Estoy dividido entre ambas cosas: deseo partir y estar con Cristo, que es muchísimo mejor; pero es más necesario para ustedes que permanezca en el cuerpo.
Filipenses 1:20-24
En la Nochevieja de 2017, mi esposo y yo fuimos invitados a una fiesta al otro lado de la calle. Como no empezaba hasta las 8:30 p. m., nos sentamos frente al televisor a ver una película ligera. Cuando llegaron las 8:00 p. m., tuvimos que tomar una decisión: ¿íbamos o nos quedábamos? No creíamos que hubiera una respuesta correcta o incorrecta. Ambos estuvimos de acuerdo en que estaríamos contentos de cualquier manera. Al final, nos vestimos para ir, pensando que tal vez tendríamos la oportunidad de hablar de Jesús en algún momento.
Cuando leo la declaración de Pablo en el pasaje de hoy sobre quedarse en la tierra para testificar, lo veo como ir a la fiesta con toda la emoción. Cuando leo su deseo de estar con Cristo, lo veo como acurrucarse en el sofá, a gusto con Cristo, y absorber en silencio su gloria.
Considerando esto, me pregunto: "¿Siento la misma sensación de estar 'dividido entre dos cosas' que Pablo?". Sinceramente, no. Vivo la vida en la tierra principalmente para mi propia felicidad. Ciertamente doy testimonio de vez en cuando, pero lo que extrañaría dejar atrás son a mi familia, mis amigos y los viajes. Siendo sincera, cuando pienso en el cielo, a veces pienso en quienes me precedieron, antes de pensar en Jesús. Quizás "debería" pensar primero en Jesús, pero he hecho las paces con mi humanidad y afronto con alegría el reto razonable de asemejarme poco a poco a Jesús.
Pablo vive con un abandono temerario en su testimonio porque solo hay dos cosas de suma importancia para él: hablar de Jesús y estar con Él. Al reflexionar sobre esto, me doy cuenta de que puedo apoyarme en este impulso de proclamar el Evangelio con más alegría si me imagino con un pie en la tierra y otro en el cielo. Quiero sentarme junto a Jesús y ver el segmento de la película de mi vida cuando le hablo a la gente de Él, mientras me rodea con el brazo, me da un apretón y dice: «Bien hecho. Buen siervo y fiel, bien hecho». Si quiero ver esa película con Jesús más tarde, entonces necesito vivir esa parte ahora. Dado que Jesús y las personas son las dos cosas de mayor valor, ciertamente puedo proclamar la salvación con más libertad, con confianza y alegría, sabiendo que estoy agradando a Dios.
Próximos pasos
¿Necesitas un poco de energía para empezar? Llénate de alegría escuchando esta canción y luego lleva esa energía contigo al mundo.