La oración es el máximo multiplicador de fuerza.
Mark Pulsifer, escritor voluntario, South Barrington | 22 de diciembre de 2025

Se apartó de ellos como a un tiro de piedra, se arrodilló y oró: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya». Un ángel del cielo se le apareció y lo fortaleció. Y angustiado, oró con más fervor, y su sudor era como gotas de sangre que caían hasta la tierra.
Lucas 22:41-44
Un multiplicador de fuerza es un factor o una combinación de factores que empodera a una persona o a un grupo para lograr más, y con mayor eficacia, que sin él. La oración es nuestro multiplicador de fuerza, por eso Jesús necesitó oración la noche antes de su ejecución y durante todo el día de su crucifixión.
Los momentos más oscuros y desesperanzadores de mi vida han sido cuando decidí dejar de hablar con Dios, ya fuera por un par de horas o por semanas. Por otro lado, en los períodos más oscuros, desesperanzadores, dolorosos y devastadores de mi vida, la oración fue lo que me mantuvo viva, tanto en cuerpo como en espíritu.
Hablar con Dios me ha ayudado a ser valiente cuando parecía que no había esperanza. Hace varios años, me demandaron injustamente. En ese momento, no tenía suficiente dinero para un abogado y, como no era un caso penal, no me asignaron un defensor público. Tenía miedo. Sabía que era inocente, pero también sabía que la otra persona me quería perjudicar. Oré fervientemente mientras tomaba el tren hacia el Tribunal de Circuito del Condado de Cook en Chicago. Seguí orando mientras caminaba hacia el tribunal.
Finalmente, al acercarme al juzgado, Dios me dio una señal de que estaba conmigo, lo cual me fortaleció y me dio valor. Pero aún tenía que enfrentarme a mi acusador, a su abogado y al juez que este había elegido para presentar el caso. Era mi foso de leones... ¡pero entonces el juez falló a mi favor! Dios me salvó ese día de lo que habría sido un juicio devastador. Orar con Dios siempre será un multiplicador de fuerzas para mí. «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:13).
Próximos pasos
Dedica tiempo al libro de los Salmos. Contiene muchas buenas oraciones y reflexiones que te serán de bendición. Dos de mis favoritos son los Salmos 34 y 27.