Llámame Mara

Laurie Buffo, escritora voluntaria, South Barrington | 20 de noviembre de 2025

«No me llamen Noemí —les dijo—. Llámenme Mara, porque el Todopoderoso me ha amargado la vida. Salí llena, pero el Señor me ha traído de vuelta vacía. ¿Por qué me llaman Noemí? El Señor me ha afligido; el Todopoderoso me ha traído desgracia».
Rut 1:20-21


Estamos en una serie de sermones sobre el perdón. Sabemos que Dios no peca, entonces, ¿cómo manejamos nuestra ira hacia Él? En el pasaje de hoy, Noemí culpó a Dios por su gran desgracia. Ella y su familia habían abandonado su hogar y emigrado a una tierra extranjera debido a la hambruna. Luego, su esposo murió. Diez años después, sus dos hijos fallecieron. Lejos de casa y sin hombres que la apoyaran y protegieran, Noemí estaba desconsolada y desamparada. Con valentía, se cambió el nombre a Mara, que significa amarga, en lugar de Noemí, que significa agradable.

En la Biblia, los nombres a menudo representan el carácter de una persona. A veces, Dios le da a alguien un nuevo nombre para describir un cambio en su vocación o relación con Él. Sin embargo, dado que Naomi se cambia el nombre a sí misma, esto funciona como un lamento que revela su estado emocional y espiritual. Está amargada y acusa a Dios de haberle vaciado su vida, que antes era plena. Aunque su acusación nos parezca impropia, ser honestos sobre nuestro enojo es el primer paso hacia la sanación.

Aun en los momentos más difíciles de Noemí, Dios estaba obrando. Actuó a través de la bondad de Booz, un pariente lejano, y de Rut, la nuera de Noemí. Ambos demostraron un amor inquebrantable, muy parecido al de Dios. Rut y Booz se casaron y le dieron un hogar a Noemí. Luego tuvieron un hijo, convirtiéndola en heredera de Noemí. Pero las bendiciones no terminaron ahí. Dios concedió a la familia de Noemí el máximo honor: el rey David y Jesús descendían de su linaje ( Rut 4:14-17 ).

Puede ser difícil comprender por qué nuestro Dios bueno y amoroso permite que suframos. Esta pregunta se volvió personal para mí en el consultorio de un cirujano. Buscando alivio para un dolor de espalda insoportable, esperaba los resultados de mis estudios de imagen. El médico expresó mi diagnóstico diciendo: «Dios no formó completamente tu columna vertebral». Inmediatamente, pensé en el Salmo 139:13: «Tú me formaste en el vientre de mi madre». La flecha de Satanás dio en el blanco. Pensé: Dios me hizo esto .

Una prueba anterior me había brindado una preciosa cercanía con Dios. Aunque no quería volver a sufrir así, confiaba en que con Dios podría soportar cualquier cosa. Esta situación era diferente. Estaba enojada con Dios, pero no quería admitirlo. Así que ignoré mis sentimientos, creando, sin querer, una distancia entre nosotros. Sin embargo, Dios permaneció misericordioso y fiel. Me proporcionó personas que me apoyaron y respondió a nuestras oraciones para que la cirugía fuera un éxito.

Dios pone a prueba nuestra fe mediante pruebas para que podamos saber si es genuina. En cambio, Satanás usa las pruebas para tentarnos a alejarnos de Dios. Esta experiencia me enseñó a estar atento a las artimañas de Satanás. También me ayudó a ser honesto con Dios sobre mis sentimientos. Las conversaciones constructivas sobre la ira y la decepción son la clave de las relaciones sanas, incluyendo nuestra relación con Dios.

Próximos pasos

¿Cuál es tu estilo de resolución de conflictos? ¿Eres más confrontativo o evasivo? ¿Puedes expresar tu ira de forma sana? ¿Cómo influye tu estilo de resolución de conflictos en tu relación con Dios?