Cambiar todo sobre todo
Nancy Hatcher, escritora voluntaria, South Barrington | 26 de junio de 2025

"Señor -respondió Ananías-, he oído muchas noticias acerca de este hombre y de todo el daño que ha hecho a tu pueblo santo en Jerusalén. Y ha venido aquí con autoridad de los sumos sacerdotes para arrestar a todos los que invocan tu nombre."
Pero el Señor dijo a Ananías: "Ve; este hombre es mi instrumento elegido para anunciar mi nombre a los gentiles y a sus reyes, y al pueblo de Israel. Yo le mostraré cuánto debe sufrir por mi nombre".
Hechos 9:13-16
Me jubilé de un trabajo que me dio grandes satisfacciones durante 39 años. Continué enseñando a profesores en la universidad hasta que eso fue el final de eso. Dios me pidió que fuera líder de sección en Willow durante un tiempo, hasta que eso fue el final de eso. Me pidió que escribiera tres libros, y ahí se acabó todo. Lloré la pérdida de todas estas cosas.
¿Alguna vez has tenido que cambiar todo sobre todo en tu vida? Dios se encontró con Saulo en el camino de Damasco. Saulo era un fariseo que conocía la ley religiosa y disfrutaba tratando de librar al mundo de los seguidores de Cristo en Jerusalén.
Sin embargo, Dios eligió a Saulo (más tarde conocido como Pablo), le dijo que cambiaría todo sobre todo y que sufriría mucho. Dios cambiaría el mundo a través de Pablo: sus palabras en la Biblia y su nueva vida en la Tierra.
Pablo obedeció a Dios y sufrió prisión, rechazo y una espina en la carne (2 Corintios 12:7), una condición que los eruditos religiosos han debatido durante siglos. Podría haber sido emocional o incluso física. El propio Pablo alude a que la "espina" le mantenía humilde de espíritu y no engreído. En el pasaje de hoy, Dios le dice a su siervo, Ananías, que Pablo sufriría a causa de la nueva misión que Dios tenía para él. En el proceso, Pablo tuvo que ceder su reputación de líder fuerte de la ley.
Cuando me acercaba al final de mi carrera, Dios me dio nuevas oportunidades. Me convertí en maestro de maestros. Disfrutaba hablando por un micrófono, compartiendo lo que había aprendido. Mirando hacia atrás, puedo ver cómo el orgullo se había colado en mí, cómo empecé a medir mi valor por mi capacidad e influencia.
Ahora, ya jubilado, me encuentro ayudando a la gente de maneras más discretas. Menos visibles. Más ordinaria. A veces lamento la pérdida de lo que una vez fue.
Y cuando llega la melancolía, acudo a la Palabra de Dios. Y me lo recuerda: Revestíos todos de humildad unos con otros, porque "Dios se opone a los soberbios, pero se muestra favorable a los humildes"(1 Pe 5,5).
Una vez más, Dios me muestra misericordiosamente cómo el orgullo es la fuente de muchos de los males de mi vida, e inclino la cabeza en señal de confesión ante Dios, que me ama (¡a mí y a ti!) más allá de toda razón.
Próximos pasos
¿Te ha pedido Dios alguna vez que renuncies a algo para seguir Su camino? ¿Te ha dicho alguna vez que sufrirás por Su causa? No estás solo. Él promete estar contigo para siempre, hasta el fin del mundo, lo cual es una muy buena noticia. Pon esta canción en tu lista: Never Alone