Las chucherías por encima de las riquezas

Lindsey Jodts, Pastor de Grupos y C&J, South Barrington | 27 de mayo de 2025

Hacer lo que es justo y recto
es más agradable al Señor que el sacrificio.
Proverbios 21:3


Nunca me he considerado una persona sentimental: no me entusiasma la idea de capturar todos los recuerdos mediante pruebas fotográficas (suelo tomar una instantánea para Instagram y con eso me basta) ni necesito decir todas las cosas sinceras que se me pasan por la cabeza (aunque me encanta enviar una nota sorpresa por correo de vez en cuando). En mi casa no hay muchas fotos y no guardo todos los dibujos que me hacen mis hijos. Los regalos ostentosos o caros rara vez me entusiasman (mi marido me ha regalado exactamente tres joyas en nuestros 15 años juntos, algo que agradezco). 

No es posible que cada momento, cada cosa, tenga un significado. No puedo dar por sentado que todo lo que se cruza en mi camino merece ser atesorado. Eso no significa que adopte una estética minimalista o que vea el mundo como un lugar frío, indigno de capturar recuerdos. De hecho, si entraras en mi despacho, o echaras un vistazo a mi mesilla de noche o a mi estantería, podrías pensar : "¡Vaya, a esta mujer sí que le gustan las chucherías!".

He llegado a descubrir que mis cosas favoritas son aquellas que, para el mundo, son bastante insignificantes, pero que tienen un significado para mí que ancla mi corazón en la historia: los dispensadores Pez de mi hermana que vive a 3.500 millas de distancia, una pulsera de un mercado de El Salvador (parte de un juego a juego compartido por el grupo), una pequeña concha del Mar Mediterráneo, y una pintura de una flor de un estudiante de octavo grado de mis días de ministerio estudiantil.

Al igual que mi desinterés personal por los regalos llamativos e impersonales, Dios nos llama a adorar de formas que tengan significado. El profeta Isaías comienza su súplica a la nación de Judá para que deje de ofrecer sacrificios sin sentido (Isaías 1). Del mismo modo, Jeremías advierte al pueblo contra la falsa religión marcada por la religiosidad sin un corazón de verdadero culto (Jeremías 7). 

Dios no necesita nuestros grandes actos de grandeza, ni quiere que "marquemos la casilla" del ritual espiritual en nombre de una obediencia ciega y vacía. En lugar de eso, Dios nos llama a actuar desde el desbordamiento de nuestros corazones: momentos grandes y pequeños de nuestras vidas que tienen peso y significado en nuestra relación con el Señor. Para algunos puede ser una gran ofrenda, para otros un pequeño óbolo es una práctica de generosidad sacrificial. Una oración de una frase pidiendo paz o gratitud desde el asiento del coche hasta el del conductor puede ser una petición sagrada o un acto de adoración, mientras que una oración prolija y elocuente puede no ofrecer autenticidad. La paciencia en la cola del supermercado puede ser más importante que una recaudación de fondos llamativa. Cada acto sincero de adoración -grande o pequeño- es una ofrenda fragante al Señor. 

Próximos pasos

Reflexiona sobre tus prácticas espirituales. ¿Cuáles realizas porque quieres impresionar a Dios o a los demás? ¿Cuáles ponen a prueba tu fe o son respuestas genuinas de adoración? No tengas miedo de cambiar tus ritmos espirituales en nombre de una auténtica respuesta al Señor.