Hacer el bien

Lindsey Zarob, Directora de Contenidos, Central Ministries | 6 de mayo de 2025

No te desgastes para hacerte rico;
no confíes en tu propia astucia.
No eches más que una mirada a las riquezas, y desaparecerán,
porque seguramente les brotarán alas
y volarán al cielo como el águila.
Proverbios 23:4-5


"Me encanta sentirme fuera de control", no ha dicho nunca nadie, al menos que yo sepa. Ansiamos el control y, a menudo, de forma consciente o no, tomamos decisiones en función de lo que nos hace sentir que lo tenemos. En la base del acaparamiento de nuestros recursos está este anhelo de control. 

Y una vez que empezamos a saborear este falso control, puede llevarnos a pensar que realmente tenemos el control. El tipo de control que, cuando lo piensas, sólo Dios tiene realmente. Creo que ahí es donde el encanto de la riqueza nos engaña. El dinero y la acumulación de riqueza no son malos en sí mismos, pero si no tenemos cuidado, nos dan la ilusión de control que tan desesperadamente queremos. Cada vez es más difícil desprenderse de esa falsedad. 

En su libro Construye la vida que quieres, Arthur Brooks cuenta una experiencia en la que más de 200 personas fueron divididas en tres grupos. A un grupo se le encargó que pensara en hacer el bien a los demás. A otro grupo se le encargó que realizara un acto de bien cada día, y al último grupo se le encargó que se tratara a sí mismo. Tuvieron que hacerlo diariamente durante 10 días. Al final de los 10 días, el grupo que realizó actos de servicio a los demás afirmó sentir un mayor propósito en la vida. ¿Y adivina qué más? Control. Realmente sentían que tenían más control en sus vidas. Y no era por acaparar lo que tenían, sino por regalar dinero, tiempo y recursos. 

Tal vez, en lugar de desgastarnos haciéndonos ricos (véase el versículo de hoy), deberíamos desgastarnos haciendo el bien a los demás. Tal vez sea en el dar donde obtengamos el mayor sentido de control que anhelamos; eso se parece mucho a la naturaleza invertida del Reino de Dios, ¿no? 

Próximos pasos

Haz hoy un pequeño examen de conciencia. ¿Cómo llevas el control en tu vida? ¿Tratas de aferrarte a él con nudillos blancos? No importa dónde te encuentres en tu relación con el control, vivir una vida de generosidad es la solución para liberarte de ese control. Pasa tiempo con Dios hoy y ve cuál podría ser tu próximo paso hacia la generosidad. Tal vez sea algo tan conveniente como comprarle un café a la persona que está detrás de ti en el autoservicio de Starbucks. Tal vez sea sorprender a un amigo necesitado con comida. Considera compartir con un amigo lo que Dios te impulsa a hacer.