Una excavación del corazón

Anokina Shahbaz, escritora voluntaria, Huntley | 4 de abril de 2025

"El hombre bueno saca lo bueno de lo bueno guardado en su corazón, y el hombre malo saca lo malo de lo malo guardado en su corazón. Porque de lo que está lleno el corazón, habla la boca".
Lucas 6:45

"No salga de vuestra boca ninguna palabra malsana, sino sólo lo que sea útil para edificar a los demás según sus necesidades, a fin de que beneficie a los que escuchan."
Efesios 4:29


"Si no tienes nada bueno que decir, no digas nada", dice el refrán popular. Pero Jesús va un paso más allá: si no tienes nada bueno que decir, examina tu corazón para saber por qué. Si hay algún "mal guardado en [nuestro] corazón", tenemos que llevarlo ante Dios. Él ya sabe que está ahí; ponerlo a sus pies es un acto de obediencia por nuestra parte que sirve para santificarnos, tantas veces como sea necesario.

Si queremos acabar con el odio y el mal "ahí fuera", debemos empezar por desenterrar el odio y el mal almacenados en nuestros propios corazones. Esto puede parecer tan insignificante como la envidia, el resentimiento o el juicio. Pero a menudo, preferimos señalar con el dedo a los demás. Porque señalarnos a nosotros mismos es desalentador, vergonzoso y condenatorio. Tener nuestra pecaminosidad delante de nosotros para mirarla no está en la parte superior de nuestra lista de tareas pendientes. 

Sin embargo, así es exactamente como nos presentamos en la cruz: rotos y defectuosos, desesperadamente necesitados de que la gracia de Dios nos envuelva. Él se complace en ver los corazones limpios y transformados, por muy manchados que estén o por mucho tiempo que lleve. La distancia entre el corazón y nuestras cuerdas vocales es corta, pero el tiempo que tarda este espacio en purificarse de todo lo pecaminoso puede llevar toda una vida. Esto no debe desanimarnos; más bien, debe ayudarnos a afirmar nuestra extrema necesidad de Jesús en un mundo caído y a seguir recordándonos que no podemos hacer nada separados de Él.

Nuestra boca hablará de lo que está lleno nuestro corazón. ¿De qué habla tu boca últimamente? ¿De qué está lleno tu corazón? ¿Es "útil para edificar a otros"? Nuestras palabras tienen tanto poder para hacer el bien o para hacer el mal. Usémoslas como puentes y no como cuchillas. Y si descubrimos que no tenemos nada bueno que decir, dejemos que eso sirva como señal de que necesitamos arreglar algo con Dios, porque la distancia entre nuestros corazones y el de Dios está a sólo una oración de distancia.

Próximos pasos

Después de reflexionar un poco, reza y pide a Dios que escudriñe tu corazón y sane lo que esté roto, para que puedas ser una voz de amor en un mundo que lo necesita desesperadamente.

Reflexiona sobre las palabras que pronuncias esta semana y cuántas veces son vivificantes y edificantes y cuántas veces son malsanas y perjudiciales.