Comparta su carga

Mary Olsen, escritora voluntaria, South Barrington | 28 de marzo de 2025

Todo esto viene de Dios, que nos reconcilió consigo mismo por Cristo y nos encomendó el ministerio de la reconciliación: que Dios reconciliaba consigo al mundo en Cristo, sin tener en cuenta los pecados de los hombres. Y nos ha confiado el mensaje de la reconciliación. Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios hiciera su llamamiento por medio de nosotros. Os imploramos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
2 Corintios 5:18-20


Soy víctima de nuestra cultura independiente. Rara vez delego mis tareas porque no quiero imponerme a los demás. Sin embargo, la verdad es que delegar ayuda a aligerar la carga, física y espiritualmente. Recuerdo dos incidentes en los que desafié nuestra cultura y mis tendencias y abracé la belleza de delegar. 

Un año, como profesor de matemáticas de secundaria, me tocó cambiar de aula. Pedí ayuda a una clase en particular y, con el esfuerzo de 25 alumnos, pude llevar a cabo la transición en menos de 30 minutos. Solo, me habría llevado todo un día de trabajo agotador.  

En otra ocasión, sentí que el Espíritu Santo me empujaba a visitar a un nuevo amigo durante todo un fin de semana. Este amigo fue criado como hindú y actualmente es budista practicante. Un mes antes de visitar a esta amiga, pedí a mi grupo pequeño y a mi grupo de servicio que rezaran por oportunidades claras para compartir el amor de Dios y para que mi amiga estuviera receptiva. A lo largo de los tres días, lo pasamos muy bien juntos y tuvimos muchas conversaciones espirituales. Había mucho en juego. Mi carga espiritual necesitaba ser compartida, y Dios respondió abundantemente.

En ambos casos, utilizando ejemplos sencillos porque llevo una vida sencilla, las personas que ayudaban estaban muy contentas y satisfechas de sentirse útiles y verdaderamente necesitadas. Se implicaban en el resultado y servían con alegría.

Dios no quiere que estemos ansiosos. Con frecuencia, la clave para no angustiarse es delegar las necesidades físicas y/o espirituales. El propósito no es estar necesitado, sino reconocer que la mejor solución suele ser facultar a otras personas para que ayuden. Deja que acumulen un tesoro en el cielo ayudándote.

Próximos pasos

Jesús dio poder a los discípulos cuando los envió a enseñar sin Él y cuando los hizo servir durante la alimentación de los miles. Si Jesús delegó cuando era apropiado, entonces ciertamente puedes orar acerca de pedir ayuda. Tal vez te traiga alegría en lugar de ansiedad.