Todos queremos un rey

Katie Franzen, Pastora Ejecutiva de Ministerios e Iniciativas Estratégicas | 25 de junio de 2024

Pero el pueblo se negó a escuchar a Samuel. "¡No!", dijeron. "Queremos un rey sobre nosotros. Entonces seremos como todas las demás naciones, con un rey que nos guíe y salga delante de nosotros y pelee nuestras batallas".
1 Samuel 8:19-20


El pueblo de Israel tenía una relación de amor-odio con los reyes. A lo largo de los libros históricos de la Biblia, se observa una vacilación entre el deseo de un rey y el deseo de liberarse de su autoridad. Resulta un poco desconcertante leerlo hoy, ya que vemos el cambio en cuestión de minutos, pero en el contexto textual, el cambio de un deseo a otro se produjo a lo largo de años y, a veces, incluso generaciones. 

En el pasaje de hoy, Israel se encontraba en una época en la que ansiaban un rey. Lo que no reconocían era que Dios no quería que Israel tuviera otro rey que no fuera Él mismo. Al exigir un rey, rechazaban el señorío de su Creador. Dios les advirtió que sufrirían la opresión que inevitablemente crea un rey humano; sin embargo, en su exceso de confianza, insistieron en tener un rey que los guiara y librara sus batallas.

Es muy fácil juzgar su orgullo, pero en realidad, nosotros hacemos lo mismo. Al acercarnos a la temporada de elecciones presidenciales, lo vemos por todas partes. Queremos un presidente que coincida con nuestros principios ideológicos. Ponemos muchas esperanzas en un salvador político. Y en cierto modo, tiene sentido. Cosas como el nacionalismo cristiano o el idealismo progresista son grandes ejemplos de buenos deseos que se desvanecieron. ¿No sería maravilloso si pudiéramos tener un líder que se preocupara por cada persona en nuestro país y fuera capaz de satisfacer todas sus necesidades? ¿No sería maravilloso experimentar la verdadera paz en la tierra? ¿No sería la vida mucho mejor sin crimen ni división? ¿No sería un gran regalo tener un líder político que realmente amara a Jesús y viviera como él? Y así, nosotros, como Israel, ponemos nuestra esperanza en un rey moderno. 

Incluso si un candidato político coincide exactamente con nuestra teología, nos decepcionará porque, en última instancia, es humano. Y el mismo principio aplica en la iglesia. ¿Cuántas veces hemos depositado nuestra fe equivocadamente en un pastor en lugar de en Cristo? En Willow, no queremos ser conocidos por un solo pastor, partido político ni ningún rey moderno. Queremos centrarnos en el Rey. Cuando las personas asisten a nuestros grupos y servicios de fin de semana o sirven en un equipo de voluntarios, queremos que experimenten el amor y el poder de Jesús.  

Próximos pasos

Al adentrarnos en esta temporada política, ¿te encuentras dedicando más energía a seguir una campaña o a un líder político que a pasar tiempo con Jesús? Si es así, no te avergüences, pero intenta reorganizar el tiempo que pasas viendo las noticias o navegando en las redes sociales, como lo haces con la Palabra de Dios. 

¿Qué "rey" o cualquier ídolo se está convirtiendo en una fortaleza en tu vida? Dedica un tiempo a orar pidiéndole a Dios que siga siendo tu fundamento.