Una base firme

Laurie Buffo, escritora voluntaria, South Barrington | 22 de enero de 2024

"Por eso, todo el que escucha estas palabras mías y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Bajó la lluvia, crecieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se derrumbó, porque tenía sus cimientos en la roca. Pero todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. Bajó la lluvia, crecieron los torrentes, soplaron los vientos y golpearon contra aquella casa, y cayó con gran estrépito."
Mateo 7:24-27


¿Hay alguien en tu vida a quien deseas desesperadamente que cambie? Cuando vinculamos nuestro bienestar a una persona difícil, a menudo damos vueltas a la cabeza, esperando que cambie, sólo para vernos arrastrados una y otra vez a los mismos patrones decepcionantes.

La libertad llega cuando reconocemos que no podemos controlar a las personas. Sólo podemos controlar lo que pensamos de ellas y cómo reaccionamos ante su comportamiento. Tenemos que hacernos algunas preguntas. ¿Qué estamos confiando a esa persona que nos hace sentir vulnerables? ¿Les estamos dando el poder de definir quiénes somos? ¿Esperamos que actúen de una determinada manera para sentirnos plenos? 

El proceso de curación comienza cuando aceptamos la realidad de la situación. Reconocemos que la persona problemática no puede o no quiere ser quien queremos que sea. Entonces, dejamos de lado nuestra necesidad de controlarla. Reajustamos nuestras expectativas sobre ellos y, en su lugar, confiamos nuestro bienestar a Dios.

Piensa en este proceso como en un juego de Jenga. Si la persona que nos desafía es un bloque en la base de nuestra torre de confianza, todo nuestro mundo se derrumba cuando nos decepciona. En lugar de eso, hagamos de Dios la base de nuestra torre. Cuanto más confiemos en Él, más sólidos serán nuestros cimientos. Si trasladamos a la persona problemática a la capa superior de nuestra torre de confianza, el daño será mínimo cuando nos decepcione. A esto lo llamamos desprenderse con amor. 

A continuación, examinamos nuestro papel en la danza contraproducente. ¿Cómo solemos reaccionar ante la persona? Por ejemplo, ¿le damos energía, la apaciguamos, practicamos la negación o limpiamos sus desastres? Nos encontramos en un lugar poderoso cuando admitimos que nuestras reacciones habituales son ineficaces. 

Una vez que comprendemos nuestro papel, podemos decidir cómo responder de otra manera. Establecemos un límite. El propósito del límite no es controlar a la otra persona. Simplemente le estamos devolviendo la responsabilidad de su disfunción al salir de nuestro papel habitual en la danza contraproducente. Encontramos alivio cuando dejamos de controlar su comportamiento, esperando que se convierta en otra persona. En lugar de eso, ponemos nuestro bienestar en manos de Dios.

La Biblia señala a menudo que las personas sabias ponen a Dios en primer lugar en sus corazones. Cuando ponemos en práctica esta sabiduría, la insensatez de los demás no puede descarrilarnos porque hemos establecido unos cimientos firmes.

Próximos pasos

Si quieres aprender más sobre la aceptación y el desapego en el amor, considera añadir una meditación diaria de The Language of Letting Go de Melody Beattie a tu tiempo devocional.