El Paciente Uno

Lindsey Zarob, Gerente de Contenido, Equipo Central | 9 de octubre de 2023

Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por esa misma razón recibí misericordia, para que en mí, el peor de los pecadores, Cristo Jesús mostrara su inmensa paciencia, como ejemplo para quienes creerían en él y recibirían la vida eterna.
1 Timoteo 1:15-16


En los últimos años, los audiolibros se han convertido en algo esencial en mi vida. Ya sea que esté corriendo, yendo al supermercado o yendo al trabajo, mi teléfono siempre está conmigo, y por lo tanto, mis libros también. También es muy útil que tus libros para el posgrado se puedan "leer" en formato de audio, si me entiendes. 

Recientemente terminé de leer las memorias de una estudiante canadiense de doctorado que llegó a la fe mientras estudiaba en Oxford. Fue un libro muy entretenido, ya que la narradora expresa diversos acentos según el personaje. Es realmente impresionante cómo pasa sin esfuerzo de un acento inglés a uno irlandés, a uno estadounidense y muchos más. En una conversación en particular, la protagonista habla con una amiga sobre cómo, cuando miramos atrás, incluso antes de elegir seguir a Cristo, podemos ver la mano de Dios en todo, como si Él siempre hubiera estado ahí y simplemente no lo supiéramos. La protagonista dice: "Es cierto, y aun así, ¿por qué no llegué a conocerlo hasta este año?". Su amiga responde: "Solo Dios lo sabe. Pero tal vez esa no sea la pregunta: tal vez la verdadera pregunta sea ¿por qué siguió intentándolo?". 

Cuando esas palabras resonaron en mis oídos, me quedé sin aliento y las lágrimas se acumularon lentamente en mis ojos. ¿No es esa la verdad? Él nunca deja de intentarlo. Tiene una paciencia infinita. 

Me identifico profundamente con la autora y su pregunta. Ella reflexionó sobre sí misma, preguntándose por qué le había tomado tanto tiempo. En contraste, la pregunta de su amiga se centró en Dios, ayudándola a cambiar su mente (y la mía) de sí misma a Aquel que nunca pierde la paciencia y nunca deja de buscar lo suyo. 

En la Escritura de hoy, Pablo nos instruye a hacer lo mismo: a centrar nuestra mirada en Él. Pablo fácilmente podría haber pasado toda su vida, después de convertirse a Cristo, lamentando sus errores pasados. En cambio, dirige su mirada hacia la perspectiva redentora de su historia. La paciencia infinita de Dios con él da testimonio a los no creyentes de su infinita paciencia y amor por ellos. 

Cuando apartamos nuestra mirada de nosotros mismos y la ponemos en Él, en lugar de autocondenarnos, obtenemos la alegría de experimentar su corazón por nosotros. A su vez, nos sentimos impulsados ​​a reflejar su corazón a través de nuestra paciencia con los demás.

Próximos pasos   

Nuestra visión de Dios es fundamental para nuestra vida diaria. Dedica un tiempo hoy a reflexionar y recuerda algún momento en el que pensaste que Dios se había cansado de tus constantes fallas. Recrea la situación, pero ahora con la comprensión de que la paciencia de Dios es infinita. ¿Cómo cambia eso tu perspectiva de ese momento? ¿Cómo cambia tu visión de Dios y de ti mismo?