Paz en cualquier lugar

Jenna Brooke Carlson, escritora voluntaria, Huntley | 25 de octubre de 2023

La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como el mundo la da. No se turben ni tengan miedo.
Juan 14:27 

¿No te lo he ordenado? Sé fuerte y valiente. No temas ni te desanimes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.
Josué 1:9


Una vez pasé 11 días en el hospital. Conectado a un suero y analgésicos, los detalles son confusos. Los días y las noches transcurrían con cambios de enfermeras, gelatina incesante y programas de televisión diurnos murmurando de fondo.

Llegó el domingo y no pude ir a la iglesia, pero necesitaba todo el ánimo posible. Tomé mi teléfono y puse la transmisión en vivo del servicio. La voz familiar del pastor llenó la sala austera.

No recuerdo el sermón. Perdí la consciencia a ratos, incapaz de mantenerme despierto con toda la medicación y el esfuerzo que había sufrido mi cuerpo. Sí recuerdo el consuelo que me brindó ese momento, recordándome que no estaba solo.

En mis treinta y seis años en esta tierra, ya he aprendido que el tiempo puede ser corto. He pasado por mucho y aún enfrento dificultades a diario, pero sé que no estoy solo en ellas. Y sé que podemos tener paz incluso cuando las cosas no van bien. 

En Juan 15, Jesús consuela a sus discípulos antes de ser crucificado. Les dice que se va, pero promete enviar al Espíritu Santo para que esté con ellos. Este Espíritu concede muchos dones, incluyendo el don de la paz. Los discípulos no entendían por qué Jesús se iba. De igual manera, todo el tiempo nos abandonan cosas. La gente se va. La salud se va. Los sueños se van.

Pero ese mismo Espíritu Santo que Jesús prometió a sus discípulos está con sus creyentes hoy. Tenemos al Dios vivo dentro de nosotros, y él nunca se irá.

Nuestro mundo ofrece un tipo diferente de "paz": multitud de cosas que pueden adormecer nuestra mente y nuestro corazón, haciéndonos olvidar temporalmente el dolor. Este tipo de paz no es duradera. Es como una curita lista para quitarse cuando llegue la siguiente ola de dolor.

En cambio, busquemos a nuestro Padre. Invoquemos su Espíritu. Solo así podremos experimentar la verdadera paz, una paz que no se desvanecerá y que nos encontrará dondequiera que estemos. Incluso enfermos y frágiles en una cama de hospital.

Próximos pasos   

  • Lea Juan 14:15-21. ¿Qué les promete Jesús a sus discípulos?
  • ¿Quién en tu vida necesita experimentar la paz del Espíritu Santo? Dedica unos minutos a orar por él o ella.