Dolor temporal

Jenna Brooke Carlson, escritora voluntaria, Huntley | 20 de septiembre de 2023

A Adán le dijo: «Por cuanto obedeciste a tu mujer y comiste del árbol del cual te mandé: 'No comerás de él', maldita será la tierra por tu culpa; con duro trabajo comerás de ella todos los días de tu vida».
Génesis 3:17

Él enjugará toda lágrima de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado.
Apocalipsis 21:4

Ya no habrá maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad, y sus siervos le servirán.
Apocalipsis 22:3


Sus palabras me dolieron. Fueron inolvidables. Parecían calar hondo en mí, y por mucho que intentara borrarlas, permanecían.

La autora cristiana Lysa Terkeurst escribió un libro titulado " Perdonar lo que no se puede olvidar" . El título por sí solo nos recuerda que, si bien es posible perdonar a quienes nos hieren, hay cosas que son simplemente imposibles de olvidar.

Desde que el mal entró en el mundo en el Jardín del Edén, el dolor en esta tierra ha sido inevitable. El dolor se infiltra en nuestras relaciones, cuerpos y almas. Sucede inesperadamente y, a veces, sin culpa nuestra. Nuestro mundo está roto, y también lo están las personas.

La buena noticia es que este dolor terrenal es temporal. Jesús regresará un día y establecerá el nuevo cielo y la nueva tierra. Apocalipsis 21:4 dice: «Enjugará toda lágrima de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado». Nuestros corazones serán restaurados y plenos, libres de las cicatrices que el dolor ha dejado durante nuestra vida terrenal.

Aunque sabemos que esto es cierto, nuestro dolor terrenal sigue siendo muy real, sigue ahí, impactando nuestros corazones. Con emociones profundas, podemos acercarnos al trono de Dios, expresarle cómo nos sentimos y pedirle su paz que sobrepasa todo entendimiento.

He aprendido que el dolor es un proceso, sobre todo cuando surge de una ruptura sentimental. Puedo sentirme sanado de esas dolorosas palabras pronunciadas hace tantos años, y luego la mención de su nombre me trae de vuelta esa oleada de emociones.

Por ahora, nos subimos a esta montaña rusa terrenal, sabiendo que Dios nos acompaña en el camino. Él nos sostiene las manos y el corazón, consolándonos en nuestros momentos de necesidad. Un día, la montaña rusa se detendrá. Jesús estará allí para poner nuestros pies en tierra firme. Tierra firme y sin dolor, donde la maldición del dolor se levanta y nuestros corazones se sanan por completo.

Próximos pasos 

  1. ¿Qué dolor sientes actualmente? Entrégaselo a Dios y pídele que te ayude a sentir su presencia hoy.
  2. Lea Apocalipsis 22:1-5. ¿Qué es lo que más anhela cuando se restaure el Edén?