Yo soy el hermano mayor

Katie Franzen, Directora Central de Iniciativas Estratégicas | 18 de agosto de 2023

Pero él le respondió a su padre: «¡Mira! Todos estos años te he servido como esclavo y nunca he desobedecido tus órdenes. Sin embargo, nunca me diste ni un cabrito para celebrar con mis amigos».
Lucas 15:29

Los maestros de la ley y los fariseos ocupan la cátedra de Moisés. Así que tengan cuidado de hacer todo lo que les digan. Pero no hagan lo que ellos hacen, porque no practican lo que predican. Atan cargas pesadas y engorrosas y las ponen sobre los hombros de otros, pero ellos mismos no están dispuestos a mover un dedo para moverlas.
Mateo 23:2-4


A lo largo de esta serie, nos centramos en la historia del Hijo Pródigo en Lucas 15. A menudo le damos mucha importancia, como lo demuestra incluso el nombre de la parábola, pero me pregunto si necesitamos replantear la historia. Un amigo mío viajaba por Kenia, donde llaman a la parábola "El Padre Amoroso". Me encanta este cambio de perspectiva porque, al centrarnos en el amor incondicional de Dios, podemos ver mejor que esta historia no es solo para los hijos pródigos del mundo, sino para personas con todo tipo de quebrantamiento. 

Dentro de la humanidad, existen diferentes tipos de quebrantamiento. Existen los comportamientos rebeldes que la sociedad considera incorrectos, como la vida desenfrenada del hijo pródigo, pero también hay pecados más ocultos, como el orgullo y la hipocresía, que suelen ser comunes a las personas religiosas o cristianas de larga data. Sé que, habiendo conocido a Dios desde temprana edad, nunca me he identificado con el hijo pródigo, pero sí con el hermano mayor.  

El hijo mayor se enorgullecía de su excelente comportamiento y quería reconocimiento por ello. Algunas de las palabras más duras de Jesús fueron para la élite religiosa, aquellos con un comportamiento excelente. Y Jesús se dirigía a esa gente, incluyéndome a mí, cuando incluyó al hermano mayor en la parábola. 

El problema con el comportamiento del hermano mayor no era que trabajara duro ni se mantuviera fiel a su padre, sino que su buen comportamiento le nublaba la visión del profundo amor que su padre sentía por él. ¿Con cuánta frecuencia nos centramos en cómo otras personas "desobedecen a Dios" y olvidamos ver cómo nuestras propias acciones o actitudes nos distancian de Él? 

En lugar de centrarnos en el Hijo Pródigo, mantengamos nuestra mirada en el amor profundo, encantador e incondicional de nuestro Padre. 

Próximos pasos 

¿Alguna vez resientes el amor que Dios tiene por los demás? ¿Por tus hermanos rebeldes? ¿O por tu jefe desafiante? ¿O por el líder político que desprecias? ¿Cómo podría Dios invitarte a transformar tu resentimiento en gratitud por el mismo amor profundo que Dios tiene por ellos y por ti? 

Debemos valorar, en igual medida, nuestro valor inherente como hijos e hijas de Dios, así como nuestra fragilidad inherente como pecadores necesitados de un salvador. Sin avergonzarnos, ¿cómo podemos reconocer nuestra propia fragilidad, ya sea como el pecado del hijo pródigo o como el del hermano mayor?

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