Respirar en presencia de Dios

Haley Bodine | 9 de julio de 2023


Hay animales en libertad que viven en entornos que pueden matarlos. Pensemos en los delfines o las ballenas, que, al carecer de branquias, viven sumergidos en aguas saladas. Para sobrevivir, estos animales deben subir regularmente a la superficie e inhalar oxígeno en sus pulmones de mamíferos. Si no consiguen salir a la superficie, se ahogan. 

Martín Lutero dijo: "Ser cristiano sin oración no es más posible que estar vivo sin respirar". Fuimos hechos para una vida que respira en la presencia de Dios, para el oxígeno que se encuentra en Su Reino. Sin embargo, vivimos en un mundo roto y caído que a menudo está tan lejos del que respira vida, el Rey. Como esas criaturas marinas, vivimos en un mundo que matará nuestras almas a menos que permanezcamos conectados a los cielos abiertos de la presencia de Dios. Esto se practica conscientemente a través de lo que llamamos oración. Aunque podemos complicarla demasiado, la oración es simplemente ser conscientes de la presencia de Dios y comprometerse con ella. Como sentarse con un amigo querido, la oración puede ser una celebración alegre, un lamento, una petición, una narración o simplemente estar quieto y callado, pero disponible para hablar y escuchar. 

En el libro del Éxodo del Antiguo Testamento, Dios se revela a Moisés. Cuando Moisés pregunta: "¿Cuál es tu nombre?". Dios responde: "Diles que YHWH-YAHWEH- te ha enviado". La traducción de Yahvé significa "Yo soy...", en otras palabras, Dios le dice a Moisés: "Diles que el que todo lo basta, todo lo que necesitas, te ha enviado. Yo soy". 

Curiosamente, el nombre Yahvé pronunciado en voz alta es la palabra hablada más parecida en hebreo al acto natural de respirar. Al pronunciar el nombre "Yahvé" se deja la boca abierta sin que los labios o la lengua se comprometan, como al inhalar y exhalar. Como si Dios dijera: "Yo soy el aliento de la vida". 

El primer llanto de un bebé pronuncia el nombre de Dios. 

Un suspiro profundo o un gemido doloroso invocan Su nombre. 

En el miedo, contenemos la respiración sólo para encontrar la calma cuando practicamos la respiración, nuestro propio cuerpo nos dice "Dios está cerca". 

Una inhalación alegre y pacífica respira Su gracia y exhala aleluya-alabado sea Yah-alabado sea Dios.

Entonces, ¿cómo vivimos en este mundo roto y asolado? Saliendo regularmente a la superficie, al oxígeno disponible al aire libre de la presencia de Dios. Vivimos a través de la oración que nos recuerda que Dios está cerca, que nunca -ni una sola vez- nos ha abandonado, y que está restaurando activamente todas las cosas. 

Venga tu Reino a la tierra, en mi mente, en mi corazón, a través de mis manos, en la tierra como en el cielo. -Selah