Firmado, Sellado, Entregado, Soy Tuyo

Laurie Buffo, escritora voluntaria, South Barrington | 21 de abril de 2023


Y vosotros también fuisteis incluidos en Cristo cuando oísteis el mensaje de la verdad, el Evangelio de vuestra salvación. Cuando creísteis, fuisteis marcados en él con un sello, el Espíritu Santo prometido, que es un depósito que garantiza nuestra herencia hasta la redención de los que son posesión de Dios, para alabanza de su gloria.

Efesios 1:13-14

[Dios] puso su sello de propiedad sobre nosotros, y puso su Espíritu en nuestros corazones como un depósito, garantizando lo que está por venir.

2 Corintios 1:22

Como muchas personas cuyos padres se divorciaron, en el fondo, la niña pequeña que hay en mí sigue queriendo que le aseguren que su padre la quiere, aunque viva en otra parte. Como adulta, entiendo que mi padre hizo todo lo que pudo. Aun así, la necesidad de tener la certeza de que me quiere persiste. Es reconfortante saber en lo más profundo de mi ser, no sólo intelectualmente, que mi Padre celestial nunca me abandonará. Los pasajes de hoy nos dicen que el Espíritu Santo, Dios que vive en nosotros, nos da esa seguridad.

Hace mucho tiempo, un acuerdo de compraventa de tierras sólo se cerraba cuando el propietario firmaba la escritura, ponía un sello de lacre y la entregaba al nuevo dueño. Cuando me senté a escribir esto, me vino a la cabeza la canción de Stevie Wonder "Signed, Sealed Delivered, I'm Yours". En la canción, esta frase promete un auténtico compromiso en una relación. Del mismo modo, cuando creemos, somos sellados con el Espíritu Santo, Su presencia en nosotros verifica que somos posesiones preciosas de Dios-Sus hijos e hijas amados.

Además, el Espíritu Santo actúa como un depósito que confirma nuestra liberación de las tinieblas y nuestra entrada en el reino de la luz. Cuando nos sentimos conectados al Divino, obtenemos un anticipo de cómo será la vida cuando llegue plenamente Su reino.

Por ejemplo, cuando el sobrecogedor amor de Dios nos hace llorar, o nuestro corazón se eleva en adoración, o sentimos los suaves susurros de Dios, podemos creer que le veremos cara a cara. Cuando la verdad de las Escrituras resplandece en nuestros corazones y mentes, o nos deleitamos como niños en las maravillas de la creación, podemos imaginar Su gloria. Cuando reconocemos el fruto del Espíritu, o sentimos afinidad con creyentes que apenas conocemos, o rebosamos de gozo al servir, vislumbramos nuestras relaciones en la nueva creación.

Estos momentos en los que nuestro espíritu se une al Espíritu Santo nos cimientan y nos llenan de una esperanza contagiosa. Nos mostramos diferentes en este mundo de promesas rotas sabiendo que recibiremos todo lo que Dios ha prometido. Así, podemos declarar con confianza: "Aquí estoy firmado, sellado, entregado; ¡soy tuyo!". 

Próximos pasos 

A menudo, lo familiar se da por sentado. La morada del Espíritu Santo parece una locura para los no creyentes, pero la mayoría de los cristianos hablan de ella con indiferencia. Dedica algún tiempo a explorar en oración este asombroso don con nuevos ojos. ¿Qué demuestra acerca del corazón de Dios? ¿Qué susurra a tu alma sobre tu valía? Reflexiona sobre la idea de que tienes todo lo que necesitas para superar cualquier situación porque, literalmente, Dios está siempre contigo. Luego, deja que esta seguridad te convierta en una invitación viva al Evangelio.