Espejo retrovisor

Ed Miskovic, escritor invitado, Huntley | 14 de abril de 2023


Hay un tiempo para cada cosa, y una estación para cada actividad bajo los cielos

Eclesiastés 3:1

Ha hecho que todo sea bello a su tiempo. También ha puesto la eternidad en el corazón humano; sin embargo, nadie puede comprender lo que Dios ha hecho de principio a fin. 

Eclesiastés 3:11

Mientras mi mujer, nuestros dos hijos preadolescentes y yo volvíamos a casa desde Chicago en nuestra furgoneta Dodge de 1988 -en la época en que los peajes servían de puente-, yo estaba inclinado hacia un lado del volante, sacando con los dedos las monedas del cenicero. A mi derecha, un neumático desprendido a toda velocidad saltó por tres carriles vacíos hacia nosotros. Mis ojos siguieron su giro, salto, giro y golpe. Chocó contra mi rueda trasera derecha. Mi familia estaba a salvo y, por el retrovisor, vi un jeep de tres ruedas que se dirigía hacia un lugar seguro.

El daño fue sólo un tapacubos abollado, un trauma unido a un alivio y una dosis de agradecimiento. Sentimos que "alguien" velaba por nosotros aquel día.

Me acordé de ese accidente hace poco cuando vi un vídeo de un percance similar, pero esta vez la furgoneta volcó. Una búsqueda en Internet de accidentes con neumáticos sueltos me devolvió cientos de imágenes de ventanillas, parrillas, paneles laterales y similares de vehículos destrozados. ¿Heridos? ¿Fallecidos? ¿Traumatismos? ¿Dolor? Sí, para todos.

Me pregunto cómo se sentía la gente durante y después de sus accidentes. ¿Puedes entender su búsqueda de sentido? 

Piensa en los buenos momentos de tu vida. Piensa en los momentos de sufrimiento. ¿Qué ha surgido de esos momentos, tanto de los buenos como de los duros? Si has encontrado regalos inesperados, ¿cómo los explicas? ¿Qué propósito o consuelo sacas de esas experiencias?

El versículo de hoy nos ofrece una perspectiva. Puede que no sea posible averiguar por qué ocurrieron, pues "nadie puede comprender lo que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin" (Eclesiastés 3:11), pero podemos encontrar consuelo en la promesa "de que en todas las cosas Dios obra para el bien de los que le aman" (Romanos 8:28).

Cuando reflexiono sobre lo bueno, lo malo y lo feo de mi vida, no puedo evitar ver que "alguien" vela por mí. Sé que Dios tiene el control, incluso en lo inexplicable. 

Próximos pasos 

  • Si tienes un diario de oración, busca un momento en el que necesitaste desesperadamente la intervención de Dios, y luego reflexiona sobre cómo ese momento fue utilizado más tarde por Dios. 
  • Empieza un diario de oración y anota las oraciones contestadas. Con el tiempo te darás cuenta de que Dios estuvo contigo en los altibajos de la vida.