No estamos solos
Julie Davis | 12 de octubre de 2022

Él te ha mostrado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué exige el Señor de ti? Actuar con justicia, amar la misericordia y andar humildemente con tu Dios.
Miqueas 6:8
“Así dijo el Señor Todopoderoso: ‘Administren verdadera justicia; muestren misericordia y compasión los unos con los otros’”.
Zacarías 7:9
“Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos”
Oseas 6:6
“Sed misericordiosos, como vuestro padre es misericordioso”
Lucas 6:36
A lo largo del Antiguo Testamento, Dios habla de su deseo de que su pueblo, llamado por su nombre, demuestre su misericordia. Deseaba que mostraran misericordia más que ofrecer sacrificios, realizar rituales o actos religiosos. Dios quería que ellos, entonces, y nosotros ahora, lo imitáramos de esta manera.
Cuando Jesús apareció en escena, vimos de primera mano cómo es la misericordia. Verán, la misericordia «se puede caracterizar como el trato compasivo a quienes sufren, ya sea que la angustia sea causada por la culpa o la pena del pecado o por una condición física debilitante». La misericordia, demostrada por Jesús, se manifestó en perdonar a una mujer sorprendida en adulterio cuando la ley ordenaba que fuera apedreada (Juan 8:4). Se manifestó en acoger y hacer amistad con los recaudadores de impuestos y los «pecadores» (Mateo 9:9-13). La misericordia es difícil y confusa, y puede enfurecer a las personas, especialmente cuando sienten que alguien merece un castigo.
Para nosotros, ser misericordioso puede ser tan simple como que nos corten el paso al conducir y darle a esa persona el beneficio de la duda. Puede ser perdonar y no castigar a tu hijo de 16 años por sacar el coche familiar cuando no debía. A veces, puede ser tan difícil como perdonar a alguien que te ha hecho daño, sabiendo que la reconciliación podría no ser posible.
Hagamos un pequeño ejercicio juntos:
Detente un momento y trata de recordar una ocasión en la que tuviste la oportunidad de ser misericordioso. ¿Cómo fue? Si respondiste con misericordia, reflexiona sobre el motivo. Si no, haz lo mismo. Toma notas. ¿Qué te permitió o te impidió ser misericordioso? Pasa un tiempo con Jesús y pídele que te abra el corazón a lo que pudo haber estado sucediendo bajo la superficie de esa interacción.
A veces, mostrar misericordia requiere práctica. Por nuestra cuenta, es imposible dar misericordia. ¡Lo bueno es que no tenemos que hacerlo solos! Jesús no solo nos mostró cómo vivir una vida de misericordia y compasión, sino que también envió al Espíritu Santo para capacitarnos para vivirla.
Próximos pasos
- Lee Lucas 6:27-36. En este pasaje, Jesús da una lección magistral sobre la misericordia. Antes de empezar a leer, ora y pídele al Señor que te ayude a reconocer dónde podrías necesitar demostrar una dosis divina de misericordia y compasión. Pide al Espíritu Santo que te fortalezca para vivir una vida de amor y misericordia que solo se puede lograr con su poder.