El poder de la palabra

Haley Bodine | 25 de julio de 2022


Este último fin de semana en Willow, el Pastor Dave continuó nuestra serie Fe que Funciona, explorando la sabiduría encontrada en el libro de Santiago del Nuevo Testamento. Esta semana nos enfocamos en el poder de la vida y la muerte dentro de ese pequeño músculo molesto en nuestras caras: nuestras lenguas.

Soy escritor y comunicador. Me encantan las palabras: escribir palabras, leer palabras, hablar palabras y compartir palabras. Se me dan fatal los crucigramas, pero he jugado a Wordle casi todos los días en 2022 (aunque no he conseguido hacerlo al primer intento). Me encanta el poder de las palabras para conmoverme y conmover a los demás. 

Las palabras son notables. No podemos tocarlas. No podemos saborearlas ni olerlas. Las palabras son intangibles y, sin embargo, tienen poder. Se han quemado libros por las palabras escritas en ellos; se han quemado personas por las palabras que han pronunciado.

Para bien o para mal, las palabras son peligrosas. 

Por eso me resulta interesante que el apóstol Juan se refiera a Jesús como "la palabra" (Juan 1:1). 

Como autoproclamado "artesano de la palabra", escribo y rezo para que mis palabras muevan a la gente. Pero LA PALABRA crea mundos. En el principio, Dios habló, y todo lo que no era llegó a ser. Cadaátomo del universo puede remontar su origen a esas cuatro palabras pronunciadas por Dios: "Que se haga la luz". Según el efecto Doppler, esas cuatro palabras siguen creando y expandiendo galaxias. 

En Marcos leemos que Jesús pronunció las palabras "¡cállate!" en medio de una tormenta y ésta se disipó. Más adelante, Juan relata que Jesús había sido traicionado y que los soldados vinieron a llevárselo. Jesús les preguntó a quién buscaban, y cuando le dijeron, Jesús dijo: "Yo soy". Cualquiera que estuviera al alcance de las palabras de Jesús habría reconocido al instante que no sólo estaba diciendo: "Soy el tipo que buscáis", sino que en realidad estaba diciendo: "Soy el Dios del universo. Soy el creador del mar y el dador del aliento que respiras". Y cuando Jesús pronunció esas palabras, los soldados se quedaron boquiabiertos. 

Cuando leo cosas como ésta, me encuentro cara a cara no sólo con el poder de las palabras, sino con el poder de LA palabra. Por mucho que a veces prefiramos la versión dócil de Jesús (léase: Jesús mirando angelicalmente al cielo y acurrucando corderos), Jesús no es débil. Cuando habla, lo hace con fuerza y autoridad.

Y Jesús habla a y sobre ti. 

Que lo sepas o no lo creas ahora mismo no niega la verdad de ello. El mismo Dios que habló a las tinieblas y declaró: "Hágase la luz", se especializa en hablar de la novedad en lo más recóndito de nuestras almas, llamando a la vida nueva. 

¿Y ahora qué? Comience con lo que ya se ha dicho. Esa Biblia que está guardada en un estante acumulando polvo, ábrala hoy. Si realmente quieres que tu vida cambie y quieres las respuestas a las preguntas que te haces, empieza a indagar. Pídele a Dios que aparezca y te diga palabras de poder. Empieza con unos pocos versículos si es necesario. Lleva un diario. Haz preguntas. Únete a un grupo pequeño para estudiar juntos la palabra de Dios. La promesa es esta: La palabra de Dios logrará cosas poderosas en los corazones de aquellos que están dispuestos a recibirla.