Cuando Dios cambia los mundos

Willow Creek | 27 de abril de 2021


Este pasado fin de semana, el orador invitado Christian Mungai concluyó la Celebración de la Esperanza con un mensaje llamado "Go Global". A lo largo de su mensaje, Christian explicó cómo Dios desea que ayudemos a nuestros hermanos y hermanas, tanto aquí como en medio mundo. Sin embargo, lo que a menudo nos impide ayudar a los demás no son nuestros fondos o nuestras capacidades, sino nuestras actitudes. 

 

Vivimos en una cultura centrada en el "yo": ¿Qué es lo que I quiero? ¿Dónde puedo I ir? ¿Cómo puedo I gastar? Pero ese no es el plan de Dios para nosotros. Como Jesús, Él quiere que sirvamos a nuestros vecinos, no que los ignoremos. Estamos llamados a servir, compartir, e ir-no a tomar, conservar y quedarnos.

 

Pero algunos de nosotros podemos pensar: ¿Por qué la gente de estos países no se ayuda a sí misma? ¿Por qué no trabajan como yo? ¿Por qué dar y no recibir nada a cambio?

 

En su mensaje, Christian dijo: "Dios no sólo se asoció con los pobres, sino que se hizo pobre. El Rey de reyes y Señor de señores se hizo pobre, para que nosotros, que somos espiritualmente pobres, podamos hacernos eternamente ricos". ¿Y si Dios tuviera los mismos pensamientos sobre nosotros que nosotros podemos tener hacia la gente de otros países? ¿Por qué no se ayudan a sí mismos? ¿Por qué no viven como yo? ¿Por qué doy cuando ellos no me dan nada a cambio? Pero Dios no lo hace. En cambio, Él dio el ejemplo: Jesús vino, sirvió, vivió y murió por nosotros. 

 

No son nuestras cuentas bancarias ni nuestras energías las que tienen que cambiar, sino nuestras actitudes. En su mensaje, Christian explicó cómo un misionero llegó y cambió el rumbo del futuro de su familia. También explicó cómo una mujer que no conocía le donó dinero para que terminara la universidad, donde cambió su carrera y sus aspiraciones. No conocemos las repercusiones de nuestras acciones, pero sí sabemos que Dios puede hacer cosas increíbles cuando totalmente nos ofrecemos totalmente a Él.

 

Esta semana, empecemos a cambiar nuestras actitudes. Somos extremadamente bendecidos; ahora seamos una bendición para los demás. Cuando el enojo o la frustración comiencen a surgir, y pensemos: "Que se las arreglen ellos", recordemos la misericordia, la gracia y la compasión que Dios tiene con nosotros. No ha esperado a que lo resolvamos por nosotros mismos. Envió a Jesús a servir, vivir y morir. Esta semana, recemos por corazones más grandes y por nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo. Recemos para que Dios utilice nuestros esfuerzos futuros para impactar a las generaciones venideras. 

 

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