El gran juego
Willow Creek | 9 de febrero de 2021
El fin de semana pasado, Albert Tate y Megan Marshman dieron un mensaje para concluir nuestra Game On ; cada uno se turnó para tocar puntos clave de las últimas cuatro semanas, incluidas las finanzas, nuestra salud personal, la reconciliación y el perdón.
Esta serie ha tratado sobre cómo retomar el rumbo de nuestras vidas. El 2020 fue un año difícil por diversas razones, y muchos sufrimos de una forma u otra. Sin embargo, a través de Cristo, podemos superar nuestros tropiezos y ser usados para cosas aún mayores de las que jamás imaginamos.
Megan terminó su enseñanza del fin de semana pasado con una historia increíble: compartió la historia de Clayton, un adolescente diagnosticado con una enfermedad terminal. Aunque solo le dieron meses de vida, vivió con más valentía que nunca. Proclamó: «Jesús es Rey» e invitó a otros a hacer lo mismo. Megan concluyó la historia de Clayton con esta declaración: «Si te consideras cristiano y aún vives, tienes trabajo por hacer».
Convertirse en cristiano no es algo que se hace de una vez. No entregamos nuestra vida a Cristo y luego seguimos como antes. Convertirse en cristiano es solo el comienzo de algo, y como cristianos, nunca terminamos: nunca terminamos de aprender, crecer ni servir.
Esa afirmación puede parecer abrumadora: Como cristianos, nunca terminamos . Tan solo leerla puede resultar agotador. Es fácil dejarse llevar, inscribirse para servir en cada evento, tomar todas las clases que se ofrecen, prometer estar al cien por cien siempre, sin dejar margen para el fracaso. Pero decisiones como esa pueden llevar rápidamente al agotamiento.
Al encender una fogata, no se echa toda la leña de golpe; hay que alimentar la llama gradualmente. Como cristianos, solemos pasar del frío al calor y viceversa. En cambio, pensemos de forma práctica: "Bueno, soy cristiano y entiendo que mi trabajo en la tierra aún no ha terminado, así que ¿qué puedo hacer ahora?".
Que esto sea un desafío: comience con un paso y luego siga ese paso con otro paso y otro más.
Como hemos hablado durante las últimas semanas, tal vez ese paso sea una opción más saludable para picar algo durante el día; tal vez sea evitar etiquetar a alguien; tal vez sea perdonarse por un error en el camino; o tal vez sea esforzarse más en el trabajo. Sea cual sea tu paso, es un punto de apoyo sobre el que construir.
Puede parecer una tontería al principio, pero estos pequeños pasos pueden ayudarte a romper con años de hábitos. Al darlos, tu relación con Cristo crecerá. Podrás ser más saludable, más indulgente, más tranquilo y más consciente financieramente.
Ahora bien, ¿aceptarás la invitación de Dios a dar un paso –un solo paso– hacia adelante en la fe?