Para bien o para mal, nuestros sentimientos nos persiguen, impactando a las personas y las situaciones que nos rodean. Por mucho que intentemos ocultarlos, están presentes. ¿La buena noticia? ¡Jesús y sus seguidores también experimentaron emociones intensas! Desde la alegría hasta la ira y todo lo demás, podemos descubrir cómo normalizar nuestros sentimientos, procesarlos de forma saludable y usarlos como un camino para conectar con Dios.