Muchos pensamos que Dios es temperamental, con la mecha corta, listo para estallar en nuestra próxima equivocación. La Biblia nos muestra exactamente lo contrario. Nuestro Dios es paciente; jamás podremos superar su amor en pecado, y la redención siempre está disponible para nosotros a través de su Hijo, Jesús.