¿Te consideras una persona paciente? No es una cualidad destacada en la cultura acelerada de hoy, pero el Espíritu Santo nos da el poder de aquietar nuestra alma y mente para que podamos dejar de reaccionar y vivir con una paciencia que nos frene.
Es fácil ser amable, cariñoso y paciente cuando todo va bien. Pero ¿qué pasa cuando estás estresado? ¿Cuando alguien te ofende? ¿ Cuando has tenido un mal día y te desconectan? O peor aún, cuando te tratan injustamente. Jesús dijo que por nuestros frutos seremos conocidos; de la abundancia del corazón habla la boca.
Entonces, ¿qué hay en tu corazón? ¿Qué sucede cuando te golpean? Cuando vives conectado con el Espíritu, tu vida comienza a reflejar quién es Jesús a un mundo que lo necesita desesperadamente. En lugar de solo hablar de amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, gentileza y dominio propio, dejemos que el Espíritu nos llene hasta que se convierta en nuestra abundancia.