Mientras seguía orando al Señor, Elí observaba su boca. Ana oraba en su corazón, y sus labios se movían, pero su voz no se oía. Elí pensó que estaba borracha y le dijo: «¿Cómo...?».
Siempre que llegaba el día del sacrificio, Elcana daba porciones de la carne a su esposa Penina y a todos sus hijos e hijas. Pero a Ana le daba una porción doble porque la amaba...