Nunca te decepcionaré
Samantha Eyster | 17 de mayo de 2022

Mientras ella seguía orando al Señor, Elí observaba su boca. Ana oraba en su corazón, y sus labios se movían, pero su voz no se oía. Elí pensó que estaba ebria y le dijo: "¿Hasta cuándo vas a estar ebria? ¡Deja el vino!".
—No, mi señor —respondió Ana—. Soy una mujer profundamente atribulada. No he estado bebiendo vino ni cerveza; estaba desahogando mi alma ante el Señor. No tomes a tu sierva por una mujer malvada; he estado orando aquí por mi gran angustia y dolor.
Elí respondió: «Ve en paz, y que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido».
Ella dijo: «Que tu sierva halle favor ante tus ojos». Luego se fue y comió, y su rostro ya no estaba abatido.
1 Samuel 1:12–18 (audio)
Si se casa con otra mujer, no debe privar a la primera de su alimento, vestido y derechos conyugales. Si no le proporciona estas tres cosas, quedará libre, sin pago alguno.
Mateo 6:5–6 (audio)
Recientemente terminé una cohorte con Ampersands Restorative Justice, donde aprendí a usar la justicia restaurativa para facilitar el diálogo entre autores y víctimas de daño sexual. Una cosa es creer en la restauración y otra muy distinta comprometerse genuinamente con ella. Y es más difícil de lo que me gustaría admitir tratar con dignidad a quienes han hecho algo que sé que está mal.
Los fundadores de la organización han estudiado delitos sexuales y liderado este tipo de debates durante décadas. Su trabajo me brindó perspectivas sorprendentes. Los líderes religiosos rara vez se enmendan o, mejor dicho, aceptan rendir cuentas. En mi experiencia, esta reticencia es una de las principales razones que dan las personas en mi vida para abandonar la iglesia.
En la lectura de hoy, el diálogo entre Elí y Ana es una guía esencial para los cristianos que desean rendir cuentas a un nivel más alto. Ana se sincera con Dios. Sin embargo, Elí decide que está borracha y la regaña, algo que está dentro de su autoridad. Gran parte del Antiguo Testamento establece expresamente cómo el pueblo de Dios debe practicar su fe. En particular, los líderes religiosos tienen la responsabilidad de guiar a los seguidores de Cristo.
Y aún así, Eli está equivocado.
Después de que Ana explica su comportamiento, Elí no intenta justificar sus acciones. No critica el tono de Ana. Inmediatamente pasa de ofrecerle su juicio a desearle bendiciones. Y la respuesta de Ana nos dice que las palabras de Elí fueron sinceras: un verdadero ejemplo de arrepentimiento.
Todos los seguidores de Cristo, incluyendo a los líderes religiosos, a veces nos equivocamos. Sin embargo, si queremos servir con fidelidad e integridad, debemos estar dispuestos a afrontar esos momentos con franqueza y reconocer con humildad nuestras faltas. Cuando nos comprometemos a rendir cuentas, alzamos la voz a quienes hemos herido.
Próximos pasos
- Cuando descubres que estás equivocado, ¿cómo sueles reaccionar?
- ¿A quién en tu vida necesitas enmendar? ¿Cómo podrías hacerlo? Dedica un tiempo a orar, pidiéndole a Dios que te muestre quién en tu vida podría estar esperando que enmiendes, y luego actúa.