Un arpa y un extraño
Jenna Brooke Carlson, escritora voluntaria, Huntley | 8 de abril de 2025

No se olviden de mostrar hospitalidad a los extraños, porque por ello algunos, sin saberlo, han mostrado hospitalidad a los ángeles.
Hebreos 13:2
¿Cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a visitarte? El Rey les responderá: «De cierto les digo que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más pequeños, por mí lo hicieron».
Mateo 25:38-40
Pasó otro día monótono en el hospital. Medicamentos. Ducha. Comer. Dormir. Estas actividades cotidianas llenaron mi día, aunque el tiempo parece larguísimo cuando estás enfermo y con dolor. En ese momento, estaba hospitalizado por un brote de Crohn. Todo me provocaba náuseas y malestar, así que me quedé allí tumbado, rodeado de HGTV y enfermeras que entraban y salían de la habitación.
Un día, mientras mi madre me hacía compañía, recibimos una nueva visita en la puerta. Una mujer entró en la habitación con un arpa y preguntó si podía tocar para nosotros. La recibimos y notas melódicas llenaron la habitación. Acordes dulces reemplazaron el zumbido de las máquinas del hospital y las conversaciones del pasillo. Por un instante, me sentí transportada lejos de la enfermedad y el dolor, a un hermoso lugar de armonía.
Seis años después, no recuerdo el nombre de la mujer ni las canciones específicas que tocó, pero sí recuerdo el regalo que me dio: el regalo de escapar de mi habitación de hospital, aunque fuera por un ratito, a un lugar lleno de paz y belleza. Agradezco lo que esa música hizo por mí y por los demás pacientes ese día. Se tomó el tiempo de venir al hospital y usar su don para bendecir a desconocidos enfermos.
Dios nos llama a usar nuestros dones para bendecir a los demás. Imagino que tocar el arpa era bastante común para esta mujer, pero para mí fue extraordinario. Encontrar el tiempo (y quizás cargar con un arpa por el hospital) fue lo más difícil. Tenemos dones que Dios nos ha dado, talentos y habilidades que surgen de forma natural; cosas que para nosotros pueden parecernos comunes, pero extraordinarias para quien las necesita.
La arpista tocó para varios pacientes ese día. Algunos lo apreciaron. Otros quizá no, pero ella ofreció su don a desconocidos sin importar cómo lo recibieran. Creo que la música me brindó hospitalidad a mí y a Jesús. Puedo imaginarlo sentado conmigo en la cama del hospital, sonriendo de oreja a oreja mientras uno de sus hijos animaba a un desconocido que lo necesitaba desesperadamente.
Próximos pasos
Dedica tiempo a orar y pregúntale a Dios quién necesita ayuda en tu ámbito de influencia. ¿Cómo podrías usar algo común para bendecir a esa persona?