Sé amable

Jenna Brooke Carlson, escritora voluntaria, Huntley | 19 de septiembre de 2024

 Hermanos míos, ¿de qué sirve si alguien dice tener fe, pero no tiene obras? ¿Acaso esa fe puede salvarlo? Supongamos que un hermano o una hermana están sin ropa ni alimento diario.   Si alguno de ustedes les dice: «Vayan en paz, abríguense y coman bien», pero no les hace nada por sus necesidades físicas, ¿de qué sirve?  De la misma manera, la fe por sí sola, si no va acompañada de obras, está muerta.
  Santiago 2:14-17


El año pasado, necesitaba un cordón nuevo para la escuela, así que fui a Amazon, donde todos van cuando necesitan algo. Había muchísimas opciones. Cordones sencillos. Cordones brillantes. Opciones con personajes conocidos. Uno en particular me llamó la atención. Era blanco con un texto pastel que decía "Sé amable". Pensé con orgullo que a los estudiantes de mi clase les vendría bien esta lección. Con un porta credencial con la palabra "Sé amable" escrita en la parte posterior, supe que era el indicado para mí, o para ellos.

Más tarde ese año escolar, estaba sentado en mi coche con mi cordón de "Sé Amable" sobre mi nueva camiseta de "Sé Amable", y me di cuenta de algo. Yo también necesitaba ser amable. El estrés de ese año me había afectado. Muchos días, llegaba al edificio con la mecha corta. Los comentarios sarcásticos superaban a las palabras amables. El mal genio reemplazaba la paciencia. Y las miradas críticas superaban a las sonrisas. Era cierto que a mis alumnos les vendría bien un recordatorio para ser amables, pero también era cierto que a su profesor le vendría bien el mismo recordatorio.

Nunca llegaré a la escuela como el maestro perfecto, y nunca llegaremos a la iglesia como los cristianos perfectos. Me di cuenta de mi hipocresía al querer predicar la bondad cuando yo mismo no la demostraba. Es fácil señalar a otros por sus errores sin darnos cuenta de que nosotros también estamos en la misma situación.

Me mudé a un nuevo aula este año escolar. Mientras desempacaba, encontré un cartel que decía: "Haz todo con amabilidad". Mi primera idea fue colocar las palabras en un lugar visible, donde los niños pudieran verlas a diario para que les ayudaran a recordarlas. Después de elegir el lugar perfecto, no me pareció bien, así que puse el cartel detrás de mi escritorio. ¿Quién necesitaba ver esas palabras? Yo sí.

Incluso con las mejores intenciones, no voy a ser todo bondadoso este año escolar. Fallaré —muchas veces—, pero reconozco mi situación para poder seguir adelante. Nuestras iglesias están llenas de personas imperfectas y desequilibradas. A eso vino Jesús a salvar. Afortunadamente, podemos invitar a Jesús a nuestras imperfecciones, inspirarnos en su fuerza y ​​juntos avanzar para superar nuestras deficiencias.

Próximos pasos

Dedica tiempo a orar pidiéndole a Dios que te revele un área de crecimiento. ¿Qué puedes hacer para crecer en esa área?

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