Muestra amor en su lugar
Anokina Shahbaz, escritora voluntaria, Huntley | 13 de mayo de 2024

Bendigan a quienes los persiguen; bendigan y no maldigan. Alégrense con los que se alegran; lloren con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros. No sean orgullosos, sino estén dispuestos a asociarse con personas de baja posición. No sean vanidosos.
Romanos 12:14-16
Nos sigue adondequiera que vayamos, como una sombra. Está ahí cuando nos despertamos a primera hora de la mañana y de nuevo ahí cuando recostamos la cabeza en la almohada por la noche para dormir. Está tan arraigado que no podemos separarnos de él. ¿Qué es? Nuestra naturaleza pecaminosa.
En su poema "Pequeñas Bondades", Danusha Laméris tiene un hermoso verso que dice: "Principalmente, no queremos hacernos daño". Creo en ello. Dios quiso que el mundo estuviera libre de daño. Pero el pecado llegó y lo cambió todo. Con una curiosidad perjudicial, decidimos creer las mentiras del enemigo de que algo faltaba. En nuestra búsqueda egoísta de conocimiento que no nos correspondía administrar, hicimos lo único que Dios nos pidió que no hiciéramos y sufrimos las consecuencias.
Lo que Pablo nos pide en este pasaje contradice nuestras tendencias (en su mayoría) naturales. ¿Cuándo fue la última vez que bendijiste a quienes te perseguían? ¿Cuándo fue la última vez que dejaste de lado tu orgullo cuando tuviste la opción? Todos queremos vivir en armonía, siempre y cuando no nos cueste nada; siempre y cuando no tengamos que sacrificar nuestra libertad, nuestra comodidad ni nuestros deseos.
Debemos estar dispuestos a ir en contra de nuestra naturaleza pecaminosa, por difícil que sea, porque entra en conflicto con la voluntad de Dios. Dios nos invita a un proceso de transformación mediante el cual, a medida que crecemos a su semejanza, los espacios que ocupamos pueden santificarse.
Cada vez que bendecimos en lugar de maldecir, cada vez que mostramos amor en lugar de desprecio, cada vez que elegimos no vengarnos y, en cambio, "vencer el mal con el bien" (Romanos 12:21), marca la diferencia. Estas acciones combinadas transforman la narrativa de nuestro mundo de una de desesperación a una de esperanza, de una de desolación a una de sanación. Si algo nos debe seguir adondequiera que vayamos, que sea el Espíritu Santo en nosotros, para que podamos "examinar y aprobar cuál es la voluntad de Dios" (Romanos 12:2).
Próximos pasos
Reflexiona sobre cuáles de tus tendencias naturales van en contra de los valores de Dios e invítalo a esos lugares para que puedan ser transformados para Su reino.