Ora y no te rindas

Stephanie Haugen | 6 de octubre de 2022


Entonces Jesús les contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre y no desanimarse. Dijo: «En cierto pueblo había un juez que ni temía a Dios ni le importaba la opinión de la gente. Y había una viuda en ese pueblo que acudía a él con insistencia: «Hazme justicia contra mi adversario».

Por un tiempo se negó. Pero finalmente se dijo: “Aunque no temo a Dios ni me importa lo que piense la gente, como esta viuda me sigue molestando, me aseguraré de que se le haga justicia, para que no venga a atacarme”.

Y el Señor dijo: «Escuchen lo que dice el juez injusto. ¿Acaso Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche? ¿Seguirá postergándolos? Les digo que se encargará de que se les haga justicia, y pronto. Sin embargo, cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?»

Lucas 18:1-8

En mi puesto en Willow Creek, conozco e interactúo con personas que están a punto de bautizarse. Momentos antes de entrar al agua, comparten su historia sobre lo que Jesús está haciendo en sus vidas y, a menudo, me presentan a alguien que ha estado orando por ellas. 

La semana pasada, un abuelo amable me tomó aparte con una gran sonrisa y me susurró: «Llevo dos años orando a diario por mi nieta». Y unas semanas antes, un novio me dijo: «Llevamos siete meses hablando de fe, y he estado orando por mi novia todo ese tiempo». A menudo, entre bastidores, hay gente orando con tenacidad para que sus seres queridos conozcan a Jesús. 

Cuando Jesús contó la parábola de la viuda persistente, nos recordaba que oráramos siempre y nunca nos rindiéramos. Incluso cuando nos desanimamos. Incluso cuando nos dicen que no hay salida. Incluso cuando no estamos seguros de cómo o qué pedir.  

En esta parábola, una viuda vulnerable no tenía a nadie que la representara ni la protegiera; estaba atrapada y desesperada. Sin opciones, recurrió a un juez terrible y cruel, y le suplicó. Acudió una y otra vez, rogándole que revisara su situación. Y finalmente, tras agotarlo con su persistencia y determinación, él dictó sentencia a su favor. 

Las parábolas nos enseñan lecciones, y en este caso, la viuda persistente no es lo que uno podría pensar. No se trata de que Dios se muestre reacio o se preocupe por nuestras necesidades; ¡eso no es propio de Dios! Más bien, esta parábola sirve como recordatorio. Si un juez injusto accedió a la petición de una viuda a la que ni siquiera conocía, ¡cuánto más un Dios amoroso, justo y generoso escuchará las oraciones de sus hijos y querrá responder! 

Así que, ¡oren! Oren por sus amigos perdidos. Oren por nuestro mundo lleno de dolor e injusticia. Oren por sanación y cambio. Y no dejen de orar. Puede que no tengamos respuestas inmediatas, pero a Dios le encanta saber de ustedes y quiere responder a sus oraciones.

Próximos pasos

  • Piensa en alguien en tu vida que esté estancado o desesperado hoy, y haz una pausa para orar específicamente por él o ella. Quizás incluso puedas poner una alarma en tu teléfono para recordarte que debes orar por esa persona con constancia y perseverancia.
  • A veces los problemas pueden parecer tan grandes que no pensamos en pedirle ayuda a Dios o nos damos por vencidos rápidamente. ¿Cuál es un problema en nuestro mundo que requiere oración con valentía?