Aprendemos mucho de nuestros padres, para bien o para mal, y a menudo vemos a Dios a través de esa experiencia. En Mateo 19:13-14, vemos a Jesús reprendiendo a sus discípulos cuando rechazaban a unos padres ansiosos por que Jesús orara por sus hijos. Independientemente de nuestra experiencia terrenal, nuestro Padre Eterno es el Padre inmutable que todos anhelamos.