La iglesia primitiva mostró una generosidad radical para asegurar que nadie pasara necesidad. ¿Vivimos hoy con esa generosidad? ¡Permitamos que el sacrificio y la provisión de Jesús desaten un nuevo espíritu de generosidad!
La iglesia del primer siglo vivió la Buena Nueva de Jesús de maneras tangibles que cambiaron el mundo para siempre. Este verano, estudiaremos el libro de los Hechos como catalizador para impulsar pequeñas y grandes obras de bondad y servicio para compartir el amor radical y acogedor de Jesús.