Cuando dejamos de centrarnos en nosotros mismos y nos centramos en los demás, usando nuestros dones para servir y bendecir a quienes nos rodean, vivimos el amor de Jesús y reflejamos la generosidad de Dios. En 1 Pedro 4:10-11, se nos anima a pasar del egoísmo al altruismo, viviendo una vida que honra a Dios y marca la diferencia en la vida de los demás.