Dios vio a Ana y, en su llanto, Dios se manifestó y mostró gran compasión al darle un hijo. La respuesta de Ana fue devolverle a su hijo, Samuel, a Dios. Ella proveyó para él, oró por él y lo encaminó a liderar y proteger una nación.
A menudo, las acciones más heroicas que realizamos son las que nadie ve: el compromiso fiel con la oración, la mentoría de un adolescente, la donación anónima, el camino de sanación intencional, la constancia de carácter; todo deja un legado, y a menudo pasa desapercibido. Este domingo, comenzamos una nueva serie de enseñanzas que explora a héroes de la fe menos conocidos que nos desafiarán, nos inspirarán y demostrarán que nuestra fidelidad a la obra de Dios importa más de lo que creemos.