Sin plan B
Mark Pulsifer, escritor voluntario, South Barrington | 7 de agosto de 2025

Después de pasar un largo rato sin comer, Pablo se puso de pie ante ellos y dijo: «Hombres, debieron haber seguido mi consejo de no zarpar de Creta; así se habrían ahorrado este daño y esta pérdida. Pero ahora les animo a tener ánimo, porque ninguno de ustedes se perderá; solo el barco se destruirá. Anoche, un ángel del Dios a quien pertenezco y a quien sirvo estuvo a mi lado y me dijo: “No temas, Pablo. Debes comparecer ante el César; y Dios te ha concedido la vida a todos los que navegan contigo”. Así que tengan ánimo, hombres, porque confío en Dios en que sucederá tal como me dijo. Sin embargo, debemos encallar en alguna isla.»
Hechos 27:21-26
A veces nos metemos en situaciones que salen mal, incluso muy mal. Otras veces, la vida nos da una patada y nos derriba. Y a veces parece que alguien nos quita poco a poco las patas de la silla en la que estamos sentados. Sin importar cómo suceda, podemos encontrarnos en situaciones desesperadas. Dios suele usar preguntas persistentes, personas difíciles y circunstancias desafiantes para crecer, conformándonos poco a poco a la imagen de Jesús. He descubierto que eventualmente llegamos a un punto en el que todo lo que podemos hacer es elegir entregarnos completamente a Dios, confiando en su amor y misericordia, o no, y enfrentar las dificultades que siguen. Lo hermoso es que al cooperar con el Espíritu Santo en las dificultades y tormentas de la vida, nos transformamos en nuestro yo más verdadero, más pleno y eterno. Es una paradoja misteriosa.
En la Escritura de hoy, Pablo no tenía un plan B, ninguna alternativa para evitar el inminente mal final, salvo confiar plenamente en Dios. Su confianza inquebrantable en que Dios lo rescataría a él y al resto de la tripulación no mantuvo el barco en pie. No evitó la pérdida del cargamento. Pero la confianza de Pablo en Dios y la seguridad divina lo fortalecieron con esperanza y un plan de acción. Esto, a su vez, dio esperanza y un plan de supervivencia al resto de las personas a bordo.
Más allá del naufragio en Malta, la confianza inquebrantable de Pablo en Jesús sirvió como conducto para que el Espíritu Santo sanara a muchas personas en la isla y fuera testigo del verdadero Dios.
Nunca he estado en un naufragio real, pero sí he superado varias tormentas graves. En cada ocasión, tarde o temprano, mi fe en Dios y las intensas conversaciones con Él me han fortalecido y me han guiado a través de la tormenta. Sigo saliendo victorioso, y creo que esto ha ayudado a otros a superar tormentas similares. Siempre es reconfortante ver a Dios en acción, ayudándonos como solo Él puede.
Próximos pasos
Pídele al Espíritu Santo que te ayude a desarrollar el hábito de la oración a primera hora de la mañana y a lo largo del día. Una relación profunda y sólida con Dios es la mejor manera de capear las tormentas de la vida y, además, brindar fortaleza y consuelo a quienes te rodean.
Considere (re)leer el libro de los Hechos para profundizar en su relación con Jesús.