Perdonando a los archienemigos
Nancy Hatcher, escritora voluntaria, South Barrington | 19 de junio de 2025

Mientras lo apedreaban, Esteban oró: «Señor Jesús, recibe mi espíritu». Luego cayó de rodillas y exclamó: «Señor, no les tomes en cuenta este pecado». Dicho esto, se durmió.
Hechos 7:59-60
Jesús dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Y se repartieron sus ropas echando suertes.
Lucas 23:34
Hace mucho tiempo, en un lugar muy lejano, vivía muchas horas al día en un reino mágico llamado "escuela". Muchos de ustedes quizá no estén de acuerdo con mi perspectiva, pero me pareció mágico porque pude presenciar el hermoso proceso de aprender a leer. A menudo les ocurría a mis alumnos justo después de las vacaciones de Navidad.
Pero un día, me encontré en una reunión acogedora con otra amiga profesora y una madre preocupada porque su hijo pequeño tenía una pequeña dificultad con la lectura y la escritura. De repente, mi amiga profesora intervino en medio de la reunión: "No tienes que preocuparte. A mí tampoco me gustó leer nunca".
“¡Blasfemia, malhechor!”, grité (en realidad no lo dije, pero lo pensé y estoy seguro de que me quedé allí sentado con la boca abierta).
Al instante, mi amiga profesora se convirtió en mi archienemiga; después de todo, intentaba convencer a la madre de que esta niña necesitaba leer más, no menos. Sabía que para ser una buena lectora, se requiere leer más. Sentía que mi amiga me estaba tirando piedras a mí y a muchas de mis creencias. No podía perdonarla.
La Escritura de hoy habla de un asunto muy serio. Los incrédulos le lanzaban piedras a Esteban por ser seguidor de Cristo. Y mientras lo mataban, dijo:
“Señor, no les tomes en cuenta este pecado.”
Es casi exactamente igual a las palabras que Jesús usó cuando la guardia romana lo crucificó en el Gólgota. Tanto Esteban como Jesús oraron por sus enemigos. Debemos imitar a Jesús y a Esteban.
Entonces, hace tantos años, ¿perdoné a mi amiga maestra? No, lamentablemente no lo hice. Pero Jesús siguió obrando en la dureza de mi corazón, y finalmente la perdoné por contradecir lo que le había dicho a esta madre hacía mucho tiempo, en un reino lejano.
Necesito examinar mi vida en busca de pecado continuamente, y Jesús me recuerda a menudo mis pecados pasados. También me da recordatorios diarios cuando necesito perdonar. Hablo, hablo y hablo con Él a menudo. Sin embargo, es importante que me siente y escuche, escuche, escuche su consejo. Él me perdona y a menudo me pide que me disculpe con alguien en mi vida. Es un proceso mágico que no quiero dejar pasar ni un solo día.
Próximos pasos
Dedica unos minutos hoy a orar y pídele a Dios que examine cualquier residuo que haya en tu corazón. Pídele que te muestre si hay alguien en tu pasado o presente a quien no has perdonado.
Recuerda, a lo largo de esta serie, leeremos el libro de los Hechos como iglesia. ¡Consulta el plan de lectura y únete (nunca es tarde)!