Recibir es dar
Sherri Shackel-Dorren, escritora voluntaria, Wheaton | 3 de marzo de 2025

Mientras estaba en Betania, sentado a la mesa en casa de Simón el Leproso, llegó una mujer con un frasco de alabastro lleno de perfume muy caro, hecho de nardo puro. Lo rompió y derramó el perfume sobre la cabeza de Simón. Algunos de los presentes se indignaban unos a otros: «¿Para qué este desperdicio de perfume? Podría haberse vendido por más de un año de salario y haberse dado ese dinero a los pobres». Y la reprendieron con dureza. «Déjenla en paz», dijo Jesús. «¿Por qué la molestan? Me ha hecho una obra hermosa».
Marcos 14:3-6
Ella hizo lo que pudo. Derramó perfume sobre mi cuerpo de antemano para preparar mi sepultura. De cierto les digo que dondequiera que se predique el evangelio en todo el mundo, también se contará lo que ella ha hecho, para memoria suya.
Marcos 14:8-9
Hay quienes tienen mala opinión de los gatos, incluso los desprecian. Sin embargo, para mí, mi gato, Puffin, era mi mejor amigo. Lo rescatamos cuando estaba en primer grado. Lo vestía con ropa de muñeca y lo llevaba en mi cochecito de muñecas. Me recibía en la puerta cuando llegaba a casa y se acurrucaba conmigo por las noches. Y lo más importante, me escuchaba, sobre todo cuando me dolía. Así que, cuando descubrimos varios años después que su cuerpo estaba plagado de tumores cancerosos, quedé devastada. Recuerdo perfectamente haberle ofrecido a mi madre todo el dinero que tenía si con ello podía salvarle la vida, pero no fue posible.
La muerte inminente tiene una forma de reordenar nuestras prioridades. El amor nos impulsa a querer hacer todo lo posible por salvar a quienes amamos, incluso cuando no podemos. Las Escrituras de hoy no dicen que ella supiera que Jesús moriría en pocos días, pero su generoso regalo parece indicar que sí lo sabía, al igual que las palabras de Jesús: «De antemano derramó perfume sobre mi cuerpo para preparar mi sepultura». Ella había estado escuchando atentamente cuando Él se lo dijo a sus seguidores. A diferencia de todos los demás, ella vio que Jesús se iba y se acercó a Él, entregándole todo lo que tenía. Y quizás lo más sorprendente es que Jesús recibió su regalo. Cuando Jesús declaró que lo que ella estaba haciendo era tan hermoso que sería recordada «en todo el mundo», cambió su impotencia por esperanza. No, ella no podía salvarlo, pero lo que sí podía hacer era extremadamente significativo. Jesús lo dijo.
A veces, deseamos tanto ayudar a los demás que no nos damos cuenta de que recibir ayuda también puede dar esperanza. Tu amigo o familiar quizá no pueda solucionar tu problema, pero cuando recibes lo que puede darte, confirmas que lo que puede hacer importa. Y eso trae esperanza.
Próximos pasos
- Considera: ¿Eres de los que a menudo se niegan a recibir ayuda? Si es así, identifica un área en la que permitirás que otros te ayuden esta semana. Observa lo que Dios hace con tu humildad.
- ¿Te resistes a ayudar a alguien porque crees que tus esfuerzos no servirán de nada? ¡Haz lo que puedas! Mira lo que Jesús hace con tu don.