La aprobación de uno

Anokina Shahbaz, escritora voluntaria, Huntley | 14 de febrero de 2025

¿Busco ahora la aprobación de los hombres o la de Dios? ¿O trato de agradar a la gente? Si todavía buscara agradar a la gente, no sería siervo de Cristo.
Gálatas 1:10


Los recuerdos de mis primeros años en Estados Unidos están grabados en mi mente. No hay nada como la experiencia de inmigrante para aprender a complacer a los demás. Con un deseo desesperado de pertenecer y ser aceptado, pero extremadamente tímido y reservado, me enfrenté al mundo confundido sobre mi identidad, pero seguro de que residía en la aprobación de los demás. 

Treinta años después, sigo luchando contra algunas de las mismas trampas mentales. Aunque he cambiado (y sigo cambiando) mi perspectiva sobre la opinión que Dios tiene de mí, la necesidad de aprobación de los demás no ha desaparecido por completo. Se manifiesta en las redes sociales, en las reuniones de trabajo con colegas, en las reuniones con familiares y amigos, e incluso en los encuentros con desconocidos. ¿Dónde se manifiesta para ti?

En el versículo de hoy, Pablo enfatiza que no podemos ser siervos de Cristo y al mismo tiempo tratar de agradar a la gente; ambas cosas no pueden coexistir. Debemos elegir si, en última instancia, queremos agradar a Dios o a nuestros semejantes. Esta es una decisión diaria, a menudo cargada de ansiedad o culpa. Incluso cuando nuestro deseo es ser fieles seguidores de Cristo, las opiniones de los demás pueden resonar con más fuerza.

Querer la aprobación de los demás para definirnos puede no parecer incorrecto; incluso puede parecer natural. Pero Dios sabe que esta aprobación del hombre es algo voluble, propenso a cambiar con frecuencia, propenso a decepcionarnos. Solo hay una voz cuya opinión sobre nosotros nunca cambia, un lugar de refugio que siempre nos acogerá sin importar cuánto nos desviemos: el Dios que te ha «redimido... te ha llamado por tu nombre» (Isaías 43:1).

Creer genuinamente que la opinión de Dios es la única que importa y renunciar a la necesidad de aprobación es un camino que lleva tiempo. Algunos ya lo hemos logrado, y los demás nos acercamos poco a poco a ese hito de fe. Y eso está bien. Lo hermoso del diseño de Dios es que nos creó para necesitarnos unos a otros y para satisfacer esas necesidades mediante el servicio, apoyándonos en Él como el fundamento de nuestra identidad. Desde esta postura, obtener la aprobación de los demás ya no importará. En cambio, servir a los demás se convertirá en nuestro objetivo más profundo. 

Próximos pasos

Ore y pídale a Dios que le ayude a renunciar a la necesidad de aprobación que tiene de cualquier persona que no sea Él.

Si necesitas recordatorios de tu identidad en Cristo, medita en estos versículos: 2 Corintios 5:17, Salmos 139:13-14, 1 Corintios 12:27, Efesios 5:8