La ruptura de la amistad

Lindsey Jodts, Pastora de Grupos y C&J, South Barrington | 29 de octubre de 2024

No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con la misma manera que juzguéis, seréis juzgados, y con la misma medida con que medís, se os medirá. ¿Por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano y no prestas atención a la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «Déjame sacarte la mota del ojo», cuando siempre tienes una viga en el tuyo?
Mateo 7:1-4


Una de las cosas de la adultez de las que nadie me advirtió fue la dificultad y complejidad de una ruptura de amistad. Si bien he tenido temporadas de amistades que han ido y venido naturalmente debido al trabajo, las etapas de la vida, el lugar donde viví y ese tipo de fluctuaciones, recientemente experimenté una ruptura de amistad repentina e inesperada. 

Mientras escribo esto, todavía estoy en medio de algunas de las consecuencias, lidiando con cambios de planes, dinámicas de amistad y decepciones. Es difícil y triste. Y en muchos momentos, se siente cruel e injusto.

Orar durante esta época difícil me ha abierto los ojos a cómo oro por las personas en mi vida y me ha mostrado cómo es orar por quienes atraviesan dificultades en sus relaciones. Cuando no he tenido palabras para expresar cómo me sentía o qué hacer, la oración de mi corazón se ha convertido en : «Jesús, ayúdame a verme con más honestidad y a verlos más como tú».

En lugar de orar para salirme con la mía o por cualquier otra forma de justicia que pudiera lograr con mis fuerzas, mi corazón ha llegado a ver todo a través de la mirada de un Dios bueno y fiel. Un Dios que quiere que vea dónde estoy quebrantado y lo renueve y lo corrija, y que vea a los demás donde son amados y lo guarde en mi mente. 

Antes de pensar en el dolor, sostengo y veo su dolor. 

Antes de pensar en justificar mis sentimientos, vea y sienta su perspectiva. 

Antes de echar culpas, desentraña y desentierra mi propia propiedad y falibilidad. 

Al pensar en el dolor que siento por la pérdida de una relación estable, los llevo en el corazón como alguien a quien Dios ama profundamente y con cariño. Nuestro Dios, que desea que ambos experimentemos la bondad de la redención y la gloria del perdón. 

Al observar la fragilidad de nuestro mundo y las injusticias perpetradas contra nosotros o contra quienes nos importan, Jesús nos llama primero a mirarnos a nosotros mismos y a vernos como realmente somos: quebrantados pero perdonados. Solo entonces podremos empezar a ver a los demás como Jesús los ve: quebrantados pero amados. 

Próximos pasos

¿Dónde estás experimentando la lucha contra la injusticia? Reflexiona sobre tu postura hacia esa persona o situación. ¿Te ves a ti mismo con honestidad o te centras más en culpar a los demás? Dedica tiempo a reflexionar sobre tu postura ante la situación. Puede que no cambie, pero sí podría cambiar tu perspectiva. Pídele a Dios que te ayude a verte con más honestidad y a verlos con los ojos de Jesús.