Confesión de dulces
Stephanie Haugen, Pastora Asociada del Campus, South Barrington | 19 de julio de 2024

“Oísteis que se dijo: ‘No cometerás adulterio’. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya cometió adulterio con ella en su corazón .”
Mateo 5:27-28
Imagínate esto: descubres que un dulce que antes faltaba se encuentra debajo de la cama de tu pequeño. Llevas la última semana preguntando a tu familia dónde está este dulce gourmet, regalo especial de un amigo, y todos parecen no tener ni idea. Y tu hijo no solo nunca admitió haberlo cogido, sino que se lo comió y dejó los envoltorios como prueba. ¡Menudo ladrón despistado y qué canalla (como le decimos en casa)!
Tanto el acto de tomar el dulce como la negación de sus acciones te frustran, pero se originan en lo más profundo de él, algo que te preocupa aún más. ¿Por qué sintió la necesidad de tomar el dulce en lugar de simplemente pedirlo? ¿Por qué nunca te dijo la verdad cuando le preguntaste? Las palabras de Jesús en Mateo 5:27-28 amplían la comprensión del pecado, enseñando que el pecado comienza con el corazón y la mente, y no solo con nuestras acciones.
Tomar dulces puede parecer trivial comparado con el adulterio (en nuestro versículo del día), pero el principio subyacente es el mismo. Jesús nos enseña que no solo debemos evitar el pecado, sino también procurar formar un corazón que honre a Dios en todo sentido.
En el Antiguo Testamento, la gente cumplía los mandamientos con esmero: evitaban la ropa de fibras mixtas, no comían tocino y algunos no se cortaban el pelo. Tras esforzarse al máximo por cumplir todos estos mandamientos, a menudo seguían con el corazón endurecido y sin contacto con Dios. ¿Se aplica lo mismo a nosotros?
El reto —y la invitación— es revisar constantemente el estado de nuestro corazón. Y no tenemos que hacerlo solos. La iglesia nos brinda la oportunidad de conectarnos en una comunidad de fe y abrirnos a amigos de confianza que pueden ayudarnos a mantenernos alineados con Dios tanto en nuestras acciones como en nuestras posturas.
Próximos pasos
Practicamos el acto espiritual de la confesión mediante lo que se ha llamado “respiración espiritual”. Identificamos y reconocemos nuestro pecado y lo confesamos (exhalamos), para luego llenarnos de la verdad y del Espíritu Santo (inhalamos).